Cierta vez, Diógenes, junto con otros espectadores, estaba contemplando las evoluciones de un arquero poco hábil que tiraba al blanco y rápidamente fue a colocarse junto a la diana. Al ser inquirido, respondió que se había colocado en el lugar más seguro.
Ocurre lo mismo cuando Pepiño tira al blanco. No es lo que mejor se le da, suponiendo que haya algo, aparte de sonreírle a Zapatero, que se le dé bien, pero sí es lo que hace con mayor empeño. Por tirar al blanco, lógicamente se entiende algo así como meterle el dedo en el ojo a la oposición, principalmente al PP, porque con los demás puede tener que pactar en más de una ocasión. Así que cada vez que cree que hay oportunidad para atacar a este partido, allá que va. Ahora le ha reprochado que no incluya en el programa electoral el compromiso de subir el impuesto a los ricos. Lo que ocurre es que a Pepiño todo el mundo se lo toma ya a guasa, a risa y a recochineo.
Alega Pepiño que Rubalcaba sí que lleva dicha propuesta en su programa. Olvida Pepiño que Zapatero, el presidente del gobierno, ha pactado una importante medida con Rajoy a espaldas de Rubalcaba. Olvida también Pepiño que cuando Rubalcaba fue nombrado oficialmente aspirante, después de haber apartado a Chacón y siendo todavía vicepresidente del gobierno, presentó un programa que contradecía en lo fundamental lo que estaba haciendo el gobierno.
Pepiño se cree que los demás no nos damos cuenta de la lucha sin cuartel que se está llevando a cabo dentro del PSOE por obtener el control del partido tras las próximas elecciones, que se dan por perdidas.
Pepiño tampoco puede presumir de ser un buen gestor, puesto que su manejo de los dineros ha obedecido más a los intereses electorales de su partido que a los de España.
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