Hasta hace poco era evidente que Mariano Rajoy no mandaba en su partido, y esa circunstancia la evidenciaban los desplantes que le hacían otros miembros de su partido. Pero desde que las encuestas le vienen coronando como seguro presidente del gobierno basta con que carraspee para que todos los de su partido se pongan firmes. Ya está cada uno calculando el cargo que le puede tocar y la cuestión es impedir ser adelantado.
En este estado de cosas, y siendo muchos los que por necesidad esperan un milagro, aun sin creer en ellos, desengaña mucho que Rajoy siga en su actitud contemplativa. Una concejal de Manises, perteneciente a su partido, y hay que recalcar que con sueldo a cargo del contribuyente, abandonó un pleno del ayuntamiento para asistir como público a un programa de la telebasura. Y Rajoy no la ha destituido de inmediato (ni Alberto Fabra tampoco, chúpate esa Manuela). España está al borde de la bancarrota, con miles de familias arruinadas para siempre, con riesgo de que los males todavía sean mayores, y la casta política derrochando, porque los políticos han tenido que hacer mucho la pelota para ser incluidos en las listas y se lo merecen. Los diputados de Valencia, de todos los partidos, gastan un dineral, de los contribuyentes, en el móvil. ¿Qué tal si difundieran unas cuantas conversaciones suyas, elegidas por sorteo, para comprobar qué interés tenían para el contribuyente que las paga? Cospedal, por su parte, ha subido los sueldos de los altos cargos de su gobierno. Se conoce que quiere tenerlos contentos y, por otra parte, los sueldos no los paga ella.
Los soñadores esperan que Rajoy dé un puñetazo en la mesa y ordene a todos los presidentes autonómicos y alcaldes del PP que supriman todo lo que no sea imprescindible y que recorten la factura a pagar por los contribuyentes hasta donde sea posible, o sea haciendo sangre. O las medidas que impondrá la Unión Europea dentro de poco serán más duras aun.
Si lo que Rajoy espera es que los derrochadores se vayan muriendo, puede esperar sentado, porque a unos derrochadores les suceden otros, y otros, y otros...
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