domingo, 15 de abril de 2012

Del chinito del Domund al elefante

Tiempo atrás se nos invitaba a apadrinar un chinito por una módica cantidad anual. Cada año se enseñaba al padrino una foto del chinito para que se viera su evolución. Ha llovido desde entonces, pero todavía debe de haber gente que lo recuerde.
Del mismo modo, la Familia Real cada año nos enseñaba una foto familiar para que quienes la mantenemos podamos pensar que permanece ejemplarmente unida. Pero ha llegado el momento en que eso ya no se lo cree nadie.
Mientras era príncipe, lo que pensaba la mayoría de él es que era tonto. Creo que fue Carrillo el que durante la Transición le dijo: Hay que ser muy listo para hacerse pasar por tonto durante tanto tiempo. Pero no, en realidad se le ha llevado en volandas durante todo el tiempo. Es campechano y se ríe todo lo que le conviene. Hay un lema que quizá hizo suyo en los tiempos difíciles y ya no lo ha abandonado: Dame pan y llámame tonto.
Hace unos pocos meses, celebramos un debate en la cafetería Vía Florencia, que llevaba el título Monarquía o República. Yo dije que es más práctico y más barato un rey que un presidente de la república, pero maticé que defendía a la monarquía, no al monarca. Pero Laura Cano Zamorano explicó que no es necesario que haya un rey o un presidente de la república.
Algunos creen que el Rey descubrió a Adolfo Suárez en algún momento posterior a la muerte de Franco. No es probable. El Rey nunca supo valorar a Suárez. Probablemente, lo descubrió Torcuato Fernández Miranda bastantes años antes. Para el Rey, Adolfo Suárez no fue más que un instrumento que trató de quitar de en medio una vez que creyó que había terminado su trabajo, para que todo el mérito de la Transición fuera suyo, pero en el pecado tuvo la penitencia. Porque cada cual interpretó como quiso sus críticas a Suárez, vino el golpe de Estado, y fue Suárez quien salvó la democracia que él mismo había traído.
Haz el amor y no la guerra, pero a nuestro rey le gustan las dos cosas, hacer el amor y hacer la guerra, a los elefantes al menos. Los elefantes no tienen ninguna culpa. Y los contribuyentes no deberíamos tener que pagar nada de eso.



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