El cardenal-arzobispo de Barcelona, Luis Martínez-Sistach, ha pedido respeto para los homosexuales. Estará muy satisfecho el cardenal-arzobispo con su actuación. Pero resulta que lo que ha dicho no es más que un brindis al sol.
Respeto para los homosexuales sería hacer pública la lista de Papas homosexuales. ¿O es que en la Iglesia no hay homosexuales? ¿O es que a los homosexuales que entran en la Iglesia se les impide que lleguen a ser Papas?
Respetar a los homosexuales sería dar a conocer cuántos cardenales, arzobispos y obispos lo son. ¿O es que querrá hacernos creer Sistach que ninguno lo es? Si ninguno lo fuera también tendría que dar explicaciones la Iglesia sobre este particular.
También sería conveniente que explicara la Iglesia qué porcentaje de homosexuales hay entre los curas y las monjas.
Que se oculten todos esos datos a la opinión pública es una falta de respeto a los homosexuales y a la sociedad en general, puesto que que la Iglesia mantiene un actitud oficial ante la homosexualidad. Y aunque no la mantuviera también sería una falta de respeto.
El cardenal-arzobispo, por otra parte, es bastante particular. Comparte su vinculación al catolicismo, con la del nacionalismo. Y no me extrañaría que hubiera más “ismos” en danza. El nacionalismo es otra religión. Teóricamente, el nacionalismo y el catolicismo son antagónicos. En la práctica funcionan del mismo modo. Ambos tienen dogmas, verdades verdaderas innegables e innegociables, y sus líderes son poderosos y viven muy bien.
Otra cosa que distingue a Sistach es su relativismo moral. Tiene guasa que los representantes de la Iglesia católica lo critiquen y luego salga todo un cardenal-arzobispo y diga que hay que evaluar los robos de bebés con los criterios de la época en que se produjeron.
Curioso este cardenal-arzobispo de Barcelona. Es posible que le echen de menos en Tarragona, en cuya diócesis estuvo destinado anteriormente.
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