martes, 10 de abril de 2012

Tener 600 hijos

No todo el mundo es consciente, aunque debiera serlo, que de progenitor a padre va un trecho muy largo. Y digo que no todo el mundo es consciente porque me consta que hay padres que odian a sus hijos. Y no se trata de casos aislados, sino que es un hecho bastante frecuente.
La gente, por lo común, es reacia a admitir esta realidad; prefiere cerrar los ojos y pensar que todos los padres desean lo mejor para sus hijos. Y esto, aparentemente, es cierto. Ellos se proveen de coartadas y a éstas añaden todos los detalles y todas las apariencias que les permitan perjudicar a sus vástagos, porque al final se trata de eso.
Quizá haga treinta años o más, que salió en la televisión una prostituta que defendía a su hijo, drogadicto, que estaba encarcelado, por un atraco. La mujer decía que mientras su hijo viviera ella lucharía por él. He aquí pues una mujer de esas que tienen mala fama que sabía ser madre. Un mal bicho de esos hubiera encontrado suficientes motivos para abandonar al hijo e incluso alegrarse de su suerte.
Hay otros padres a los que la suerte de sus hijos les es indiferente. Supongo que será el caso de ese fulano del que se ha sabido que engendró 600 hijos. ¿Tendría un ego como la copa de un pino? ¿Creería que su descendencia podría valerse en la vida sin problemas dadas sus grandes cualidades? Si pensaba esto, el elemento no era tan inteligente como se creía, puesto que la vida puede obsequiarle a cualquiera con situaciones difíciles de resolver, o imposibles. En estos momentos va muy bien tener unos padres que den la talla, como la señora de la que he hablado anteriormente. También podría ser que este señor calculara que un porcentaje significativamente alto de sus vástagos consiguiese vivir sin sobresaltos y que no le importara nada que unos pocos sufrieran penalidades. Y según su lógica eso es correcto.

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