Resulta difícil de entender que el Tribunal Constitucional permitiera a Bildu acceder a la arena política española. Nos asombramos de la cantidad de votos que obtiene Le Pen en Francia, y aquí tenemos algo mucho peor.
Los votantes de Bildu no son muy exigentes. Si lo fueran, no hubieran votado a este partido. De modo que sus diputados tienen manga ancha para comportarse como quieran. De ahí que no les importe comportarse como lo que son y protestar por unas maniobras ordinarias del ejército español, añadiendo cosas que es improbable que ocurrieran. Y suelen ser muy ofensivos con los españoles. Exigen, en el colmo de la burricie, que cesen las maniobras del Ejército español en suelo vasco. Los componentes del Tribunal Constitucional que permitieron esto pueden estar satisfechos.
Pero los votantes de Bildu en el pecado llevan la penitencia. Ellos votan a estos impresentables con todo el desparpajo, sin aparente esfuerzo. Ignoran que hay cosas que les están vedadas. Cualquier persona de bien puede comprar el libro Vidas rotas y al comenzar a leerlo se alegra de haber pagado 30 euros por él. Y lee cada día un poco, para conocer a los asesinados por Eta, y deplora que queden más de 300 asesinatos por resolver. Y que puedan prescribir. Un votante de Bildu ni siquiera puede tener este libro entre las manos. Le dolerían los ojos, le arderían las manos, lo soltaría y quizá le caería encima del pie. Los votantes de Bildu no son libres, puesto que ni aún queriendo pueden leer ese libro.
Tampoco pueden leer Mal consentido. En este caso, se les explica a quienes creen que no tienen ninguna responsabilidad, que sí que la tienen, Y bien grande. Se trata, por otra parte, de un libro extraordinario que satisface a las personas de corazón limpio. Quienes lo leen, y ya desde las primeras páginas, agradecen que se les haya recomendado.
Pues esos impresentables no pueden leer ni uno ni otro.
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