Creo
que cada recluso nos cuesta 2800 euros mensuales. Y a mí no me
gustaría que Camps estuviera encarcelado; prefiero que esté en la
calle alardeando, como hizo ante el juez instructor, de que todos los
valencianos le debemos mucho, “porque yo he sacado adelante a la
Comunitat”.
'La energía después de Fukushima'
Menos
mal que la sacó adelante. Quería situarla en el mapa y lo logró:
en el mapa de la vergüenza. Bien por Camps. Un día antes de dimitir
renovó el contrato con la Fórmula 1, que dicen que es muy ventajoso
para Valencia, pero ni lo demuestran, ni enseñan el contrato. Los
ciudadanos lo pagamos, pero no tenemos derecho a verlo. ¿De verdad
somos ciudadanos?
El
problema no consiste en que Camps esté en la calle diciendo
chorradas y no encarcelado, a pesar de que “la Comunitat” (vaya
nombrecito le puso dictatorialemte, como tantas otras cosas) esté en
la ruina, sino que sigue teniendo un rango político de alto nivel.
Fabra, el actual presidente, se las ve negras para cuadrar las
cuentas, y de tantos tijeretazos que da a nuestros bolsillos hay
peligro de que se le vaya la mano y corte carne; pero ahí está
Camps, viviendo como un rey a costa del CJC, en el que también
medra, junto a otros, el socialista Pla.
Parece
mentira que con la dramática situación que viven tantos españoles
pervivan en toda España chiringuitos como el citado CJC, que sólo
sirven para que los partidos coloquen en ellos a sus floreros, pero
eso sí, exigiéndoles la obediencia absoluta. De la dictadura no
dejan escapar a nadie.
Al
tiempo que los de la casta se protegen unos a otros, nos dicen a los
contribuyentes que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.
Es cierto. Nos permitimos muchos lujos, como lo es el de mantener a
una abundantísima clase política.
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