Un
ministro alemán propone la elección directa del presidente de la
Unión Europea. Y eso es un paso adelante. Hasta ahora, la Unión
Europea ha venido siendo, y todavía lo es, un conglomerado de
egoísmos. Cada país mira por sus intereses nacionales y todos y
cada uno de ellos ven en la Unión una oportunidad de hacer negocio,
cada cuál el suyo.
El
asunto ha funcionado bien mientras ha habido bonanza económica, pero
en cuanto se ha torcido el asunto eso de que cada nación resuelva
sus problemas a su aire se ha visto que es inviable. Alemania puede
imponer sus métodos porque es la nación a la que la coyuntura ha
pillado en mejor situación que las demás. Si España no hubiera
hecho tantas locuras, ahora no se vería obligada a someterse al
dictado de los demás. Si España fuera capaz de recortar los
infinitos gastos políticos y de reducir el fraude fiscal tampoco
necesitaría someterse. Para pagar la abultada nómina de la clase
política y los descalabros de los banqueros es necesario exprimir a
los que no tienen escapatoria, pero esa es otra cuestión.
Lo
que se ha puesto de manifiesto gracias a la crisis es que la Unión
Europea no tiene más remedio que ser una única nación, con la
misma política fiscal, los mismos derechos y deberes para todos sus
ciudadanos, la misma política exterior, etc. Si las cosas fueran
ahora de ese modo, es probable que hubiéramos salido ya de la
crisis.
El
hecho de que se votara un presidente, por parte de la población, y
que éste formara gobierno luego, sería un paso muy importante en
esa dirección. Lógicamente, los nacionalistas se van a oponer,
porque ellos no buscan el bienestar general, sino el suyo propio. Los
nacionalistas sólo van a ver en esta cuestión que van a perder
privilegios.
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