Nada menos que pide que el gobierno reconozca que hubo torturas y malos tratos y víctimas de violaciones de los derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad. Pero eso lo pide Amnistía Internacional sin aportar prueba alguna, quizá dando por buenas las alegaciones de los etarras.
En el mismo acto, Amnistía Internacional reconoce que hay más de 300 asesinatos de Eta sin resolver. Se hace difícil entender que haya torturas y al mismo tiempo asesinatos impunes. Ocurre también que los presos etarras brindaban con champán, o con lo que fuera, cada vez que la banda cometía un atentado. No estoy seguro de que esto hubiera sido posible en Alemania, Francia o Inglaterra. Y menos todavía lo hubieran hecho en Estados Unidos.
Lo que induce a pensar el hecho de que haya tantos asesinatos de Eta sin resolver, aparte de la evidencia de que no consigue información de los presos, es que la banda dispone de una amplia red clientelar. AI ha ido a reunirse con Amaiur, Bildu y demás. Y estos partidos y sus votantes no son de mi interés. Lo que deberían hacer los representantes de Amnistía Internacional es leer dos libros. Concretamente, Vidas rotas y Mal consentido. Y una vez que se hayan impuesto de su contenido ya estarán en condiciones de explicar a los que son indulgentes con los etarras, o se muestran indiferentes, el tamaño de su maldad.
Lo que resulta altamente ofensivo para los ciudadanos respetuosos con las leyes es que los etarras salgan de la cárcel. Eso de que la pena de cárcel no está orientada a la venganza, sino a la reinserción parece una burla. Es improbable que un etarra pueda convertirse en una buena persona. En la mayor parte de los casos, si no en todos, los etarras son, para siempre, unos canallas. Eso es lo que debería constar en el informe de AI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario