No
es la primera vez, aunque ojalá sea la última, que Elvira Roda, más
conocida como la chica burbuja, se queja de que el ayuntamiento de
Alboraya fumiga en los alrededores de su residencia sin
contemplaciones de ningún tipo hacia su dolencia. Al parecer, esta
vez Elvira Roda, o sus familiares, no se ha conformado con protestar
esta vez, sino que pide una indemnización de cien mil euros por
daños y perjuicios.
Lo
que ocurre con Elvira Roda debería sonrojar a toda la numerosa clase
política española. Su dolencia no está reconocida oficialmente,
porque de hacerlo la Seguridad Social tendría que hacer frente a
unos gastos muy grandes, puesto que Elvira no es la única persona
que la padece. La dolencia no está reconocida oficialmente, pero
existe, y tanto que para Elvira es cuestión de vida o muerte. De su
calidad de vida nadie dice nada. Hago constar que el egoísmo es la
peor de las maldiciones.
Si
no me falla la memoria, el gobierno de Francisco Camps instaba tiempo
atrás al de Zapatero a que reconociera esta dolencia. Puesto que no
hacía nada más, hay que entender que era un modo de sacudirse la
responsabilidad.
El
ayuntamiento de Alboraya parece pensar puesto que no es competencia
suya y decide actuar de con la versión oficial, según la cual no
está enferma. Es un ayuntamiento elegido democráticamente y quienes
lo han votado no le afean su gesto y quienes no le han votado tampoco
se muy preocupados, quizá porque no les afecta directamente.
Ese
modo de la gente de desentenderse de los problemas ajenos es
ciertamente suicida, porque cualquiera puede tener un percance en el
momento más inesperado y si ocurre no queda más remedio que darse
cuenta de la importancia de la ayuda de los demás. La gracia
consiste en comprenderlo cuando no se necesita ayuda, lo que no
parece que sea el caso del ayuntamiento de Alboraya.
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