sábado, 25 de mayo de 2013

Secuelas del 23-F

Con respecto a las investigaciones sobre el fallido golpe de Estado del 23-F, el entonces presidente del gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo, dijo que en algún sitio había que trazar la raya, porque de otro modo hubiera habido que meter a dos mil personas en la cárcel.
En ese tiempo, la Justicia tenía un punto de independencia, puesto que Alfonso Guerra aún no había podido enterrar a Montesquieu. Hubiera sido mejor que la Justicia hubiera sido totalmente independiente, con lo que Calvo-Sotelo no hubiera podido trazar ninguna raya y esos dos mil hubieran ido todos a la cárcel. Estando sueltos, se han ido colocando bien y pudriendo todo lo que tocaban. ¿Qué podrían tener de demócratas quienes participaban en un asunto como ese? Hubiéramos sabido también, en este caso, cuál fue el verdadero papel del Rey en el asunto, porque al final nos quedamos todos con el arreglo que supo hacer Sabino Fernández Campo. La deriva del PSOE también hubiera sido diferente. Y en líneas generales puede decirse que hubiera vencido la democracia, esa cosa que hoy ya sabemos que no existe en España.
Si no se hubiese elevado ese monumento a la impunidad tampoco la Familia Real hubiera podido llegar tan lejos. La cantidad de cosas que se va sabiendo de esta gente pone en entredicho a quienes necesariamente tenían que estar al cabo de la calle. ¿Cómo es que nadie ha dicho nada sobre la cuestión? ¿Cómo es que nadie ha tratado de frenar esta escalada de disparates, por llamarles de algún modo?
Pocas cosas tienen arreglo ya partiendo de la situación actual. Urge un cambio radical de sistema y que se le quite la inmunidad a quienes tan generosamente se les concedió. Algunos se han dedicado durante todo este tiempo, quizá por conveniencia, a glorificar al Rey, y también a su padre, y ya se va viendo que de tal palo tal astilla. Quienes hacían este servicio al Rey es dudoso que no supieran lo que se cocía tras los muros del palacio de La Zarzuela.

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