miércoles, 29 de mayo de 2013

Garzón se cabrea con Guerra

Hay que hacer memoria. Las encuestas señalaban como favorita en las elecciones de Castilla-La Mancha a Loyola del Palacio. Entonces Garzón montó el caso del lino, que acabó siendo un bluf, pero que sirvió para que José Bono ganara las elecciones.
En agradecimiento, Bono se lo presentó a Felipe González, que le debió de prometer unas cuantas cosas si aceptaba ir de número dos en la lista. En este momento es cuando debió de ocurrir lo que cuenta Alfonso Guerra en su libro y que no ha gustado nada al citado Baltasar Garzón.
Probablemente, el ex juez le aportó muchos votos a Felipe González. Su inclusión en las listas fue un golpe de efecto, porque el prestigio del ex juez en aquellos tiempos era mucho.
Y también es probable que González, tras haber tratado de cerca a Garzón le tuviera miedo, y no le diera el cargo prometido, y optara por Belloch, también muy ambicioso, llegó a ser bi-ministro, pero más controlable.
Hay que apuntar este dato, a González no le importó darle dos ministerios incompatibles entre sí a Belloch (y cualquiera de los dos hubiera hecho las delicias de Garzón), y no le apeteció cumplir con el compromiso que presumiblemente había contraído.
Tuvo que haber alguna promesa incumplida porque Garzón, despechado, abandonó la política para volver a la carrera judicial, lo que demuestra que las cosas en España no se hicieron bien. No debió poder volver a ser juez tan pronto. De nuevo en su despacho, sacó los sumarios que había metido en el cajón, para poderse dedicar a la política y si no hundió al PSOE para siempre, es porque el PP cojea del mismo pie.
Ahora, Alfonso Guerra trata de hundir para siempre a Baltasar Garzón, o quizá tan solo intenta vender muchos libros.

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