viernes, 17 de mayo de 2013

Un banquero en la cárcel

Según fuentes dignas de crédito, se ha dado la noticia, todavía no desmentida, de que un banquero ha sido encarcelado.
Pero que no cunda el pánico, el orden no ha sido roto. Tanto el banquero encarcelado, como los otros banqueros imputados, ya no son banqueros, si se quiere hablar con propiedad. Están caídos en desgracia. Los banqueros que se mantienen en sus cargos siguen teniendo sus cortes de devotos aduladores. Hagan lo que hagan. Uno de ellos, que según sus panegiristas no se calla ni debajo del agua (y luego se cabrea si lo critican por las burradas que dice), estaba siendo investigado por Hacienda y fue la propia De la Vega a parar la inspección. Es decir, los banqueros siguen siendo banqueros. O sea, desde que murió Franco, los que tienen la sartén por el mango. En vida de Franco, los banqueros obedecían a Franco. Como muchos socialistas de toda la vida. Tras la muerte del dictador, a los bancos se les ha consentido fusionarse y hacerse grandes y más grandes. Y ya no hay quien los pare. Habría que ver el dinero que deben a los bancos los partidos políticos, los sindicatos y organizaciones varias, que ahí están sin que se sepa para qué, y que pagamos entre todos.
Por otra parte, la experiencia demuestra que si un banquero va a la cárcel se le amolda de tal manera que vive mejor en ella que muchas personas honradas en sus casas.
Se sabe, por otra parte, que en quienes menos se piensa es en los trabajadores e inversores humildes, a esos que se llama eufemísticamente “los mercados”, para que se les pueda estafar sin piedad. En los casos en que se ha intervenido un banco, siempre se ha hecho de modo que los más perjudicados han sido los más indefensos. Los peces gordos han tenido más oportunidades para escapar de la quema.

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