miércoles, 25 de marzo de 2015

Caimanes de grandes fauces

He visto caimanes de grandes fauces capaces de comerse crudos a los niños si los pilla con hambre y no los ve nadie, disfrazarse de benditos y congregar en torno suyo a multitudes ansiosas de escuchar los milagros que son capaces de hacer.
Lo aparente se exhibe en marcha triunfal y lo verdadero es preterido. El temor a enfrentarse con la realidad lleva a muchos a preferir las caretas, los artificios, las máscaras, los embozos.
Algunas plumas muestran su dominio de los conceptos cuando les conviene y se sirven de lo banal cuando les interesa.
Los grandes comercios aprovechan la información que les proporcionan sus clientes mediante sus elecciones, para estudiar sus inclinaciones y necesidades y poder influir en sus elecciones futuras. Los amos de España actúan de modo similar con los votantes. Les interesó promocionar a Podemos, aunque se les fue la mano. La cosa alcanzó tales dimensiones que amenazó con írseles de las manos. Tuvieron que buscar un antídoto y vieron que tenían a mano a Ciudadanos. ¿Será Albert Rivera un hombre de paja? Ha tenido un éxito espectacular, inesperado a la vista de su trayectoria anterior, en la que no lograba salir de Cataluña. Hay que mirarlo todo con lupa. Los mismos que insultan a UPyD se deshacen en elogios de Ciudadanos.
Sosa Wagner se despacha a gusto. ¿Tendría que disimular mucho durante los años en que gozó de la confianza de Rosa Díez? ¿Era sincero entonces y de pronto se dio cuenta de que no le convenía? El votante no tiene por qué sentir simpatía por ningún político. Sí que debe fijarse en los comportamientos de todos. El amor a simple vista no debería funcionar entre candidatos y votantes, sino que hay que examinar el percal cuidadosamente. Martín de la Herrán demostró que está muy preparado, y apenas obtuvo votos. Teresa Rodríguez quedó en ridículo en una entrevista que le hizo Emilia Landaluce y consiguió muchos votos. Juan Marín es un maniobrero de la política y logró una buena cosecha de votos. El actual director de El Mundo no es tan incontrolable como el anterior.

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