martes, 24 de marzo de 2015

Rebelión en UPyD

Adolfo Suárez no se sometió a las oligarquías y lo pagó muy caro. Quizá el deterioro de su salud se debiese a la cantidad de disgustos que se llevó. E incluso los de mujer y su hija.
Las oligarquías también deben de haber dictado una fetua contra Rosa Díez, habida cuenta de que es la única líder política que mantiene unos principios. Para ella primero son los principios y luego la estrategia electoral. Esto la convierte en no manejable por los poderes fácticos y quizá sirva para explicar los numerosos intentos que hay para quitarla de en medio. Hubo uno que cual Pitoniso Pito, meses atrás, vaticinó su caída. ¿Cómo no lo iba a saber si tiene toda la pinta de ser un puñal a sueldo?
La cacería no se limita a que los medios ignoren sistemáticamente a UPyD y que cuando lo nombran sea para criticarlo, sino que también se intenta dinamitar el partido desde dentro. Conviene recordar a Cervantes: «Cubre el traidor sus malas intenciones/ con rostro grave y ademán sincero,/ y adorna su traición con las razones/ de que se precia un pecho verdadero.»
Lo curioso del caso es que los disidentes no critican las líneas programáticas del partido, sino que no están de acuerdo con la estrategia electoral, con los resultados, o sencillamente protestan porque Rosa Díez ha impedido que UPyD sea absorbida sin condiciones por otro partido más del gusto de la casta.
Se echa de menos el debate sereno dentro del partido y la salida sin aspavientos de quien no esté conforme con los acuerdos que se tomen.
Puesto que nadie del partido ha puesto en cuestión el trabajo tenaz a lo largo de su existencia, las propuestas sensatas del partido que, tras ser rechazadas, luego son puestas en práctica por otros partidos como si fueran suyas, ni las querellas, gracias a las cuales todo el sistema está en cuestión, lo correcto sería hacer una piña en torno a su líder, que ha sabido mantenerse firme a pesar de tenerlo todo en contra. Lo que ha ocurrido, sin embargo, es que unos cuantos en los que ella había depositado su confianza han demostrado que no la merecían.

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