miércoles, 4 de marzo de 2015

El insulto de Carmen Barceló

En democracia hay normas y procedimientos, como suele repetir Rosa Díez. Y todo lo que se haga fuera de estos cauces no es demócrata, cosa que muchos españoles no saben, incluidos algunos encumbrados intelectuales. O no lo saben, o se hacen los locos.
Quienes lo ignoran por completo son los nacionalistas, pero eso es normal, porque el nacionalismo y la democracia son incompatibles. El nacionalismo, además, produce esa suerte de esperpento que son los troles, o trolls, por decirlo con la nomenclatura al uso.
Pero para ir al caso. Carmen Barceló ha dicho que el himno español no la representa y que el hecho de pitarlo, aunque afirma que ella no lo hace, no es un insulto, sino que se enmarca dentro de la libertad de expresión. Pues yo no sé si será delito, y quizá sea cierto que el hecho queda amparado por la citada libertad de expresión, pero de lo que no me cabe duda es que se trata de un insulto gratuito y muy grave. Quienes lo hacen, evidentemente, son unos malcriados.
Muchos españoles, da lo mismo que vivan en Palafrugell que en Campillo de Altobuey, son excelentes personas. Pagan sus impuestos, hacen obras de caridad, van a dar sangre, y procuran no hacer daño a nadie. ¿Por qué les han de insultar pitando el himno? ¿Por qué tiene que decir esa señora que el himno español o la bandera española no la representan? Esa actitud es un insulto y un menosprecio.
Yo no me identifico con las actitudes caprichosas, insolidarias, antidemocráticas e ingratas. ¿Están seguros los nacionalistas de que Cataluña se habría enriquecido si hubiera sido independiente? Porque pensar de ese modo es creer en la superioridad de la raza. En los tiempos de Jaime I, el Reino de Valencia era mucho más rico que los condados catalanes. Las circunstancias históricas, que han propiciado el enriquecimiento catalán, son cambiantes. En los tiempos difíciles que vivimos deberían dejarse de lado los caprichos.

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