sábado, 14 de marzo de 2015

El diálogo con Maduro

Nicolás Maduro, ese homófobo integral, no se anda con chiquitas. Cuando alguien le molesta no busca el diálogo con él para encontrar soluciones, sino que directamente lo mete en la cárcel.
Si la ONU le insta a liberar a los presos políticos, como ha hecho más de una vez, no le escucha. Si en lugar de la ONU se lo dijera un pajarito...
Las noticias que llegan de Venezuela son horrorosas. El empobrecimiento del país es un hecho innegable. La alta tasa de asesinatos es otro hecho. La brutalidad policial con los manifestantes prueba que el gobierno de Maduro teme una revuelta popular y no se detiene ante nada en el intento de aterrorizar a la población.
Pero no sólo la ONU se preocupa por la brutalidad del gobierno venezolano. También la Unión Europea ha tomado cartas en el asunto.
Y hay gentes en España que, insensibles ante el sufrimiento de quienes son robados, subyugados, apaleados, encarcelados, asesinados, se niegan a condenar al régimen de Maduro. Sirviéndose de mentiras y de ridículos circunloquios alegan que aplicar sanciones al régimen de Maduro no es el camino adecuado, sino que habría que apelar al diálogo.
No puede catalogarse como indignante porque ya se conoce la catadura moral de quien habla así. No ofende quien quiere, sino quien puede. Es implacable con aquellos que señala como La Casta, como si él y sus compadres no lo fueran, y pide diálogo con lo mejor de cada casa. Quizá si se le preguntase por la ETA también pediría diálogo.
El problema no es lo que piense o diga este sujeto. A fin de cuentas, en España hay muchos cuyas opiniones más vale no tener en cuenta: Setién, Otegui, Eguiguren, etc. El problema es la cantidad de gente que está de acuerdo con él, lo que significa que el embrutecimiento de la población camina a pasos agigantados. Cabría pedirles cuentas a los sucesivos responsables de la Educación. No todo va a ser culpa de la telebasura.

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