domingo, 15 de marzo de 2015

Entre Magalhães y Juliana

España tiene un problema pendiente con la Verdad.
¿Cómo dice?
España hizo su transición aplazando problemas de fondo. La transición fue un pacto de no agresión. Un pacto seguramente necesario para evitar otro gran drama. Visto desde fuera, parece claro que España necesita renovar su pacto de convivencia. La crisis ha descarnado los defectos del sistema político y las nuevas generaciones piden cambios. Yo confiaría en esa nueva generación. No soy pesimista. Deberían ustedes vigilar el halo trágico del país, pero pueden estar cerca de otro momento creativo.
Resulta fácil adivinar quién ha alumbrado el pensamiento anterior. A Juliana le ha parecido bien. Lo que no queda claro es si a Juliana no le llega el talento para darse cuenta de las cosas, o si es que el nacionalismo le nubla la mente. O las dos cosas a la vez.
En la Transición no se aplazó ningún problema de fondo. Lo que no se hizo fue establecer una democracia con verdadera separación de poderes. De haberse hecho así los nacionalistas no habrían podido cobrar tanta importancia en los asuntos políticos del país, dado que nacionalismo y democracia son incompatibles. La Vanguardia sería un periódico muy diferente.
Lo que frustró la Transición fue que muchos confundieron antifranquismo con democracia. El simple hecho de haberse opuesto a Franco ya era suficiente para que se consideraran demócratas, lo que llevó a que quienes construyeron el Estado democrático no tenían ni idea de lo que significa ser demócrata.
El hecho de que muchos de esos personajes se opusieran a Franco también pudo deberse al oportunismo histórico. Si muchos de ellos hubieran nacido cinco o diez años antes quizá no lo hubieran sido. Tras la muerte de Franco, fueron incontables los que emularon a Eduardo Haro Tecglen, que de gran panegirista del dictador pasó a ser izquierdista total.
 

No hay comentarios: