viernes, 27 de marzo de 2015

La dulce vida de Eduardo Garzón

Debe de ser muy bonito vivir sabiendo quien tiene la culpa de todo sintiéndose parte de quienes intentan cambiar este estado de cosas. Si además se cuenta con un enchufe como asistente local del Parlamento Europeo al servicio de Javier Couso, pues miel sobre hojuelas.
Lo que ocurre es que las cosas no son tan fáciles. Quien intenta ser buena persona nunca se olvida de la prudencia, si se trata de lanzar insidias que pueden perjudicar a otros. Ese tuit que lanzó: «Maldita sea esta sociedad capitalista donde una compañía aérea antepone el beneficio empresarial a la seguridad de los pasajeros.», aparte de que se ha demostrado totalmente injusto es ilógico. Una compañía aérea que hiciera lo que él dice estaría condenada a desaparecer.
Por otro lado, el hecho de buscar el kilo de patatas más barato es genuinamente capitalista. El hecho de buscar el kilo de patatas que más conviene es propio del capitalismo informado. Y el hecho de aceptar un enchufe por afinidad ideológica o por lazos familiares puede darse en el capitalismo, pero no es esencialmente capitalista.
Al final se ha sabido que el accidente del avión se debió a la maldad humana, y lanzar acusaciones sin fundamento también es propio de la maldad humana, y aquí lo que ocurre es que la pescadilla se muerde la cola. El mal tiene grados, de acuerdo. Pero quien quiere acabar con el mal no debe usar el mal. Otra cosa es que quiera vivir del cuento sirviéndose del recurso fácil y del cultivo de las amistades adecuadas.
Los hay que se lo saben montar muy bien y en España abundan esos y están en todos los sectores sociales. Todos se las dan de dignos, pulcros o beatos, pero al final a todos, de derechas o de izquierdas, les hace tilín lo mismo. No es necesario decir qué es.

No hay comentarios: