Al día de hoy, tanto en Galicia como en el País Vasco, el partido socialista ha obtenido 24 escaños. Y si en el primer caso el dato debe escocerle a Zapatero en lo más íntimo, en el segundo a buen seguro le produce urticaria. (Cuestión aparte es la de José Blanco. Si en las pasadas elecciones estadounidenses se calló, con gran finura, sus preferencias por Obama para no influir en el resultado, en las gallegas sí que ha intentado influir. La conclusión es que a estas horas Obama todavía no le conoce y los gallegos le ignoran).
Dado el gusto de Zapatero por manipular y, sobre todo, por quedar a flote aunque el mundo se hunda, puede decirse que esta vez se ha hundido él mientras el mundo sigue su curso. Se ha volcado en la campaña gallega, con el resultado conocido. Y en el País Vasco presumió de ser especialista en Ibarretxe. Su partido ha aumentado considerablemente el número de votos, pero ha sacado menos de los que esperaba. Y ahora se ve abocado a pactar con el PP y UPyD, los dos partidos que más odia.
La tentación para Zapatero consiste en dejar que el PNV siga gobernando, pero si hace eso va a perder muchos votos en el resto de España. Podría intentar esa actitud. Lo que no tendría remedio es que el PSE formara coalición con el PNV. Podría dejar que los nacionalistas siguieran gobernando, para no darle bazas al PP, y tratar de manipular a la opinión pública, como acostumbra (no es el único que lo hace), para contrarrestar la decepción pública inicial.
Porque lo que está en juego en el País Vasco es la posibilidad de acabar con ETA de una vez por todas. Lo que se espera es que a partir de ahora Emilio Gutiérrez pueda confiar en la policía y volver a Lazcano. Lo que se espera es que por fin los obispos vascos, incluso Uriarte, se atrevan a criticar abiertamente a ETA y sus amigos.
Dado el gusto de Zapatero por manipular y, sobre todo, por quedar a flote aunque el mundo se hunda, puede decirse que esta vez se ha hundido él mientras el mundo sigue su curso. Se ha volcado en la campaña gallega, con el resultado conocido. Y en el País Vasco presumió de ser especialista en Ibarretxe. Su partido ha aumentado considerablemente el número de votos, pero ha sacado menos de los que esperaba. Y ahora se ve abocado a pactar con el PP y UPyD, los dos partidos que más odia.
La tentación para Zapatero consiste en dejar que el PNV siga gobernando, pero si hace eso va a perder muchos votos en el resto de España. Podría intentar esa actitud. Lo que no tendría remedio es que el PSE formara coalición con el PNV. Podría dejar que los nacionalistas siguieran gobernando, para no darle bazas al PP, y tratar de manipular a la opinión pública, como acostumbra (no es el único que lo hace), para contrarrestar la decepción pública inicial.
Porque lo que está en juego en el País Vasco es la posibilidad de acabar con ETA de una vez por todas. Lo que se espera es que a partir de ahora Emilio Gutiérrez pueda confiar en la policía y volver a Lazcano. Lo que se espera es que por fin los obispos vascos, incluso Uriarte, se atrevan a criticar abiertamente a ETA y sus amigos.
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