El poder, en España, lo tienen los partidos y lo extienden sobre la judicatura, la prensa y en general sobre toda la sociedad española. Basta con recordar el caso Alonso Puerta para hacerse una idea de la desfachatez con la que actúan. Marino Barbero comprobó en su persona lo arriesgado que resulta investigar a un partido político. Da la impresión de que, en la actualidad, sólo Baltasar Garzón se atreve a hacerlo.
Pero este juez ha demostrado ser del PSOE. Lo que le resta mucho crédito. No obstante su facilidad para acaparar titulares y concitar la atención del público, el caso Gürtel probablemente hubiera pasado desapercibido si no hubiera contado con el diario El País, que hizo de amplificador, y que fue coreado por otros periódicos.
El hecho de que El País fuera desvelando poco a poco el sumario y además coincidiendo con un periodo electoral, pone muy entredicho el sistema. Si el poder lo tuvieran los ciudadanos y todos los poderes fueran independientes unos de otros, este caso (y otros, si los hubiere), lo hubiera podido investigar tranquilamente cualquier otro juez, y no hubiera filtrado nada y si se hubiera hecho se hubieran arrostrado las consecuencias.
Pero es que, además, al aparecer aforados, éstos, en lugar de mostrarse indignados, hubieran corrido a justificarse ante la justicia y ante la opinión pública. Tampoco se le hubiera ocurrido a nadie convocar una manifestación de desagravio. En este punto, y dado lo ocurrido entre ellos, cabe imaginar el regocijo de Eduardo Zaplana ante los problemas y las actitudes de Francisco Camps y Alfonso Rus.
Cada día que transcurre es más urgente reinventar la democracia y otorgarle el poder al pueblo español. Puede ocurrir que, como nunca lo ha tenido, sintiera vértigo, en el supuesto de que se diera el caso, que no se dará. Y no es probable que se dé porque los partidos están muy cómodos en la situación actual. Ahora bien, no conviene olvidar que un sistema como el que padecemos no es muy eficiente a la hora de resolver los graves problemas que nos acucian.
Pero este juez ha demostrado ser del PSOE. Lo que le resta mucho crédito. No obstante su facilidad para acaparar titulares y concitar la atención del público, el caso Gürtel probablemente hubiera pasado desapercibido si no hubiera contado con el diario El País, que hizo de amplificador, y que fue coreado por otros periódicos.
El hecho de que El País fuera desvelando poco a poco el sumario y además coincidiendo con un periodo electoral, pone muy entredicho el sistema. Si el poder lo tuvieran los ciudadanos y todos los poderes fueran independientes unos de otros, este caso (y otros, si los hubiere), lo hubiera podido investigar tranquilamente cualquier otro juez, y no hubiera filtrado nada y si se hubiera hecho se hubieran arrostrado las consecuencias.
Pero es que, además, al aparecer aforados, éstos, en lugar de mostrarse indignados, hubieran corrido a justificarse ante la justicia y ante la opinión pública. Tampoco se le hubiera ocurrido a nadie convocar una manifestación de desagravio. En este punto, y dado lo ocurrido entre ellos, cabe imaginar el regocijo de Eduardo Zaplana ante los problemas y las actitudes de Francisco Camps y Alfonso Rus.
Cada día que transcurre es más urgente reinventar la democracia y otorgarle el poder al pueblo español. Puede ocurrir que, como nunca lo ha tenido, sintiera vértigo, en el supuesto de que se diera el caso, que no se dará. Y no es probable que se dé porque los partidos están muy cómodos en la situación actual. Ahora bien, no conviene olvidar que un sistema como el que padecemos no es muy eficiente a la hora de resolver los graves problemas que nos acucian.
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