Que el trabajador es el eslabón más débil de la cadena no admite discusión. Que por culpa de la crisis la Prevención de los Riesgos Laborales sufra un retroceso es un riesgo es una posibilidad que conviene tener muy en cuenta. En este sentido se expresa el Dr. Benavides en una entrevista que ha concedido a La Vanguardia. Conviene fijarse en dos de las cosas que dice: “el derecho en España es muy potente” y que “el porcentaje de incumplimiento de la ley es alto”.
No sé si sería exagerado decir que los políticos dan unas escopetas muy potentes a los trabajadores, pero sin munición de ningún tipo. Lo cierto es que para los empresarios angustiados ante el incierto futuro puede ser una tentación irresistible la de reducir gastos en el capítulo de la protección de la salud de sus trabajadores.
Hay empresarios que alegan que la angustia que sufren ante el futuro incierto también les hace perder salud; pero esa misma angustia también la sufren los trabajadores de sus empresas, que temen perder su modo de vida. Esa es una angustia compartida, de la que muchas veces no tienen la culpa ni empresarios ni trabajadores, puesto que en muchos casos han hecho todo lo que tenían que hacer. Muchas de esas situaciones provienen de impagos de las propias administraciones, que algo de culpa tienen de la situación en la que nos encontramos.
Muchos de los que tienen más culpa, puesto que dirigen grandes empresas y, por tanto, gozan de una panorámica que debió servirles para anticipar la crisis y tomar las medidas adecuadas, aunque fuera calladamente, para no precipitarla. Lejos de ello, nos metieron de hoz y coz en ella. En lugar de arrepentirse, pedir perdón y dimitir, han protegido sus contratos, en el caso de que no lo estuvieran ya, con unas cláusulas de indemnización escandalosas, y probablemente inmorales, al tiempo que exigen el despido libre para los trabajadores.
La salud de los empresarios está amenazada por la crisis y la salud de los trabajadores por la crisis y algunos empresarios.
No sé si sería exagerado decir que los políticos dan unas escopetas muy potentes a los trabajadores, pero sin munición de ningún tipo. Lo cierto es que para los empresarios angustiados ante el incierto futuro puede ser una tentación irresistible la de reducir gastos en el capítulo de la protección de la salud de sus trabajadores.
Hay empresarios que alegan que la angustia que sufren ante el futuro incierto también les hace perder salud; pero esa misma angustia también la sufren los trabajadores de sus empresas, que temen perder su modo de vida. Esa es una angustia compartida, de la que muchas veces no tienen la culpa ni empresarios ni trabajadores, puesto que en muchos casos han hecho todo lo que tenían que hacer. Muchas de esas situaciones provienen de impagos de las propias administraciones, que algo de culpa tienen de la situación en la que nos encontramos.
Muchos de los que tienen más culpa, puesto que dirigen grandes empresas y, por tanto, gozan de una panorámica que debió servirles para anticipar la crisis y tomar las medidas adecuadas, aunque fuera calladamente, para no precipitarla. Lejos de ello, nos metieron de hoz y coz en ella. En lugar de arrepentirse, pedir perdón y dimitir, han protegido sus contratos, en el caso de que no lo estuvieran ya, con unas cláusulas de indemnización escandalosas, y probablemente inmorales, al tiempo que exigen el despido libre para los trabajadores.
La salud de los empresarios está amenazada por la crisis y la salud de los trabajadores por la crisis y algunos empresarios.
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