martes, 24 de marzo de 2009

Un céntimo al mes

En España son posibles estas cosas. Durante las campañas electorales se nos promete el oro y el moro y aun más, según qué partido sea, se habla de un modo o de otro del aborto. Una vez acabadas las elecciones, hay políticos (no sé si muchos o pocos) que ponen su empeño en colocar lo mejor que pueden a sus familiares y amigos.
En lo que respecta a los votantes, la situación cambia ligeramente. Si una mujer, embarazada o no, decide pedir ayuda se la remite a la ley tal o cual. Todo está previsto en las leyes, así que los políticos tienen muchas facilidades para salir del paso. Por ejemplo, un ciego de Barcelona pide una prestación y recibe una carta en la que se le comunica que se le ha concedido un céntimo al mes y que tiene a su disposición 18 céntimos en concepto de atrasos. Consultado el organismo emisor, no sólo no se avergüenza, sino que explica que el solicitante ya tiene otra pensión. Se desprende de lo que dice que no es incumbencia suya el hecho de que la pensión sea insuficiente.
Cabe pensar que si las pensiones fueran suficientes, o acumulables si se dieran ciertas condiciones, Carod, por ejemplo, no podría ir por el mundo regalando millones, y llevándose a la televisión detrás, que también cuesta dinero, para que lo filme. Los regalos de Carod son como los de esos padres que regalan a sus hijos los juguetes que quisieran tener ellos, aunque a los receptores no les ilusionen demasiado, porque sus gustos y necesidades van por otros derroteros.
También es propio de España (es dudoso que pudiera darse algo similar en algún otro país del mundo) que ningún columnista de los medios de Cataluña critique ni el céntimo ni las dádivas de Carod. Eso deben de dejarlo para los de Madrit, que siempre tienen ganas de atacar a Catalunya.

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