jueves, 19 de marzo de 2009

El cónsul de España en N.Y. y M.J. Carrascosa

El cónsul de España en Nueva York es Fernando Villalonga, y dice que como representante del gobierno español está “implicadísimo” en el caso Carrascosa, que habla todos los días por teléfono con María José Carrascosa y que la visita cada quince días. Ningún otro preso recibe ese trato, añade. No cae en la cuenta este hombre en la cuestión fundamental: al decir que ningún otro preso recibe ese trato da por bueno el hecho de que ella esté en la cárcel. Olvida que los tribunales españoles fallaron a su favor. A partir de estos datos, cualquiera puede pensar que si estuviera en el lugar de María José Carrascosa consideraría las llamadas del cónsul como mortificaciones que habría que soportar para no empeorar las cosas.
Por otro lado, estando tan implicadísimo como dice que está, María José Carrascosa sufre vejaciones constantes, agresiones y castigos, y tampoco se la medica como requiere su estado de salud, motivo por el cual ha sufrido una gran desmejora. ¿Cómo serían las cosas si no estuviera tan implicadísimo? ¿Qué respeto le tiene a él el director de la cárcel? ¿Podemos los españoles viajar tranquilamente a Nueva York sabiendo cómo se “implica” el cónsul y qué resultados obtiene?
El dato relevante es que ella tiene unas cuantas sentencias favorables de los tribunales españoles y que la justicia de los Estados Unidos de América ha pasado sobre ellas, sin miramientos de ningún tipo. Debería haberse personado en el caso, haber nombrado un abogado y haber decidido una estrategia. Dadas las circunstancias que concurren en el caso, el Estado español no debería consentir que una ciudadana española, sola y desconcertada afrontara una situación tan complicada.
Dice el cónsul que está tratando de hacer un pacto con Peter Innes. Quizá el gobierno español le ha ordenado que haga que parezca que hace. Peter Innes ha demostrado que disfruta con el sufrimiento de su hija y de su ex esposa.

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