sábado, 21 de marzo de 2009

Joan B. Culla y Rosa Díez

Resulta descorazonador comprobar cómo se tratan en Cataluña los asuntos que tienen que ver con España. En este caso, el nacionalista catalán Joan B. Culla i Clarà, ayer día 20, escribió un artículo en la tribuna que le brinda el diario El País titulado Patriotismos y canallas, en el que sin más da por buenas las conjeturas que se derivan de la filtraciones, por el diario en el que escribe, del sumario del caso Gürtel, que, como casi todo el mundo sabe, no debería haber salido del ámbito que le es propio.
Encoge el ánimo comprobar la facilidad con la que se admiten en Cataluña afirmaciones que adolecen del mínimo rigor y seriedad. Cualquier cosa que convenga a la megalomanía catalanista es aceptada sin más. Todo lo que se haga al tiempo que se ondea la cuatribarrada tiene de partida grandes posibilidades de que sea bendecida por la grey nacionalista.
¡Ah!, pero lo que no conviene o no gusta, porque proviene de sectores que no comulgan con las ruedas de molino que ofrecen los nacionalistas, es sometido al más cruel de los análisis, puesto que no se tienen en cuenta más posibilidades que las que inducen a la condena. Así pues, si Rosa Díez se refiere a las transferencias de fondos millonarias a la Generalidad de Cataluña, en lugar de explicar que esas transferencias se llevan a cabo de modo discrecional por el gobierno, porque le conviene electoralmente (motivo éste que faculta a los demás a criticar la medida, también por motivos electorales), el articulista saca a relucir el pasado de Rosa Díez y también lo hace de la forma que conviene al catalanismo. Saca a relucir el pasado de la diputada vasca, pero sólo la parte que le conviene y al tiempo que por ese lado le adjudica una foto fija, por el otro la tilda de ultraespañolista. Hay que ver cómo está el patio y a qué extremos se llegan.
Y después de una exposición tan sesgada, con la que trata de poner a Rosa Díez a los pies de los caballos, trae a colación la frase “el patriotismo es el último refugio del bribón”, que pronunció Samuel Johnson, y pide a los lectores que juzguen por sí mismos.

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