No necesitaría calentarse mucho la cabeza ayer el editorialista de El Periódico. En la Cataluña actual, en la que rige el pensamiento único, hay tics que funcionan sin más. No es necesario extenderse en explicaciones. Se cita el españolismo rampante o el españolismo rancio y ya se obtiene la aquiescencia general. Ni siquiera se tiene en cuenta que, con más motivo, se podría hablar de catalanismo rampante o rancio.
El Periódico de amarillos a otros periódicos, sin experimentar ningún tipo de reparos ni mirarse en el espejo. Es triste ver como en Cataluña ha desaparecido el rigor y cualquier cosa que encaje con el sentir nacionalista es admitida sin más. Y con la misma facilidad tilda de “prisionero de un visceral antivasquismo” al discurso de Rosa Díez, cuando todo el mundo sabe que sólo es antinacionalista.
El Estado de las Autonomías puede considerarse como una gran idea, pero de lo que no cabe ninguna duda a estas alturas es que fue mal concebido y peor desarrollado. Se trata de una cuestión que debió haber sido cuidadosamente meditada y calculada en su momento. Sin embargo, la irresponsabilidad y el sectarismo de quienes participaron en las negociaciones y los debates, que se puso de manifiesto en el ulterior proceso político del país, propició el estado actual de la cuestión.
Si bien las autonomías han demostrado que pueden ser eficaces, también es cierto que han propiciado grandes despilfarros y disparates. La política debe procurar el bienestar de los ciudadanos, lo que no se puede lograr cuando los que tienen preponderancia son los nacionalismos y los partidos.
Es fácil encontrar en El Periódico críticas a Rosa Díez, José María Aznar, Mariano Rajoy, José Luis Rodríguez Zapatero, etc. Más difícil resulta encontrar en este mismo medio críticas a Juan José Ibarretxe, Pasqual Maragall, José Montilla o Jordi Pujol.
El Periódico de amarillos a otros periódicos, sin experimentar ningún tipo de reparos ni mirarse en el espejo. Es triste ver como en Cataluña ha desaparecido el rigor y cualquier cosa que encaje con el sentir nacionalista es admitida sin más. Y con la misma facilidad tilda de “prisionero de un visceral antivasquismo” al discurso de Rosa Díez, cuando todo el mundo sabe que sólo es antinacionalista.
El Estado de las Autonomías puede considerarse como una gran idea, pero de lo que no cabe ninguna duda a estas alturas es que fue mal concebido y peor desarrollado. Se trata de una cuestión que debió haber sido cuidadosamente meditada y calculada en su momento. Sin embargo, la irresponsabilidad y el sectarismo de quienes participaron en las negociaciones y los debates, que se puso de manifiesto en el ulterior proceso político del país, propició el estado actual de la cuestión.
Si bien las autonomías han demostrado que pueden ser eficaces, también es cierto que han propiciado grandes despilfarros y disparates. La política debe procurar el bienestar de los ciudadanos, lo que no se puede lograr cuando los que tienen preponderancia son los nacionalismos y los partidos.
Es fácil encontrar en El Periódico críticas a Rosa Díez, José María Aznar, Mariano Rajoy, José Luis Rodríguez Zapatero, etc. Más difícil resulta encontrar en este mismo medio críticas a Juan José Ibarretxe, Pasqual Maragall, José Montilla o Jordi Pujol.
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