Cada día resulta más difícil negar que Zapatero atiende a sus intereses particulares y no a los generales. Se negó a tomar medidas contra la crisis, que negaba, cuando podían ser más efectivas y ahora vamos en caída libre. Pero aunque componga un tono grave y severo cuando habla, su desliz de ayer pone de manifiesto que en el fondo se ríe de todos.
A nadie se le escapa que el resultado de las elecciones en el País Vasco supone un grave contratiempo para los intereses de Zapatero, dada su animadversión hacia el PP y UPyD. Antes que eso, Zapatero preferiría que siguiera gobernando el PNV y a la peculiar tarea de convencer al personal de la conveniencia de esta solución.
Pero no cabe ninguna duda de que el editorialista de El País es consciente de que con esos resultados electorales el PNV no puede gobernar. Para poder hacerlo debería modificar en grado sumo su política, cosa que no le permitirían sus electores, a los que Ibarretxe y compañía han empujado imprudentemente hacia el abismo.
Podría hacerlo con el apoyo del PSE (siendo el PP de derechas como el PNV, sería un aliado más lógico, pero todo está muy enrevesado en el País Vasco), pero los cambios de actitud en ambos partidos no serían bien vistos ni entendidos por nadie.
Además, las reacciones de Ibarretxe, Anasagasti, etc., demuestran que lo suyo es amenazar y amedrentar y que les molesta, e incluso duele, que ETA y sus amigos hayan sido apartados de la vida política. Si los políticos apelan a los valores democráticos, que se quejan de la falta de democracia, disfrutan amenazando y amedrentando, ¿qué más se puede esperar de ellos?
Lo que a todas luces es evidente, y para el editorialista de El País más todavía, es que una gran parte de los vascos anhelan poder pensar como quieran y poder expresar sus pensamientos donde quieran, y que sólo los pensamientos delictivos deban reprimidos y callados. Se está ante una gran oportunidad de acabar con ETA de una vez y por todas. La prueba de que eso ha ocurrido será cuando un obispo vasco critique abiertamente a ETA y sus amigos.
El PNV no ha logrado acabar con ETA, así que aunque vuelva a atentar, siempre atentará menos si gobierna el PSE que si lo hace el PNV.
A nadie se le escapa que el resultado de las elecciones en el País Vasco supone un grave contratiempo para los intereses de Zapatero, dada su animadversión hacia el PP y UPyD. Antes que eso, Zapatero preferiría que siguiera gobernando el PNV y a la peculiar tarea de convencer al personal de la conveniencia de esta solución.
Pero no cabe ninguna duda de que el editorialista de El País es consciente de que con esos resultados electorales el PNV no puede gobernar. Para poder hacerlo debería modificar en grado sumo su política, cosa que no le permitirían sus electores, a los que Ibarretxe y compañía han empujado imprudentemente hacia el abismo.
Podría hacerlo con el apoyo del PSE (siendo el PP de derechas como el PNV, sería un aliado más lógico, pero todo está muy enrevesado en el País Vasco), pero los cambios de actitud en ambos partidos no serían bien vistos ni entendidos por nadie.
Además, las reacciones de Ibarretxe, Anasagasti, etc., demuestran que lo suyo es amenazar y amedrentar y que les molesta, e incluso duele, que ETA y sus amigos hayan sido apartados de la vida política. Si los políticos apelan a los valores democráticos, que se quejan de la falta de democracia, disfrutan amenazando y amedrentando, ¿qué más se puede esperar de ellos?
Lo que a todas luces es evidente, y para el editorialista de El País más todavía, es que una gran parte de los vascos anhelan poder pensar como quieran y poder expresar sus pensamientos donde quieran, y que sólo los pensamientos delictivos deban reprimidos y callados. Se está ante una gran oportunidad de acabar con ETA de una vez y por todas. La prueba de que eso ha ocurrido será cuando un obispo vasco critique abiertamente a ETA y sus amigos.
El PNV no ha logrado acabar con ETA, así que aunque vuelva a atentar, siempre atentará menos si gobierna el PSE que si lo hace el PNV.
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