Hubo una manifestación en Barcelona, que congregó unos miles de personas, bajo el lema “Que la crisis la paguen los ricos”. Unas cien agrupaciones daban soporte a la plataforma convocante de la manifestación contra la penuria de las clases obreras. O sea que cuando Zapatero dice que los más débiles no sufren a causa de la crisis, demuestra que o no se entera o que no le importa el sufrimiento ajeno.
La convocatoria no tuvo mucho éxito y acaso el demagógico lema tuvo mucho que ver en ello. Quienes más culpa tienen en la crisis deberían ser quienes más pagaran, pero hay muchos ricos a quienes no se puede culpar y, por otro lado, nadie cree que existan posibilidades de hacer pagar algo a quienes más han hecho en pro de la crisis. Los mayores responsables son los políticos, que son quienes dictan las normas y vigilan su cumplimiento. Los grandes financieros, por su parte, suelen tener unas cláusulas de rescisión elevadísimas, sin que la clase política haya hecho nada por impedirlo. Ninguno de los que han llevado sus empresas al borde del precipicio ha dimitido y ni siquiera reconocido su error.
La única defensa que queda a las clases trabajadoras es el voto responsable; pero el voto suele ser caprichoso. Aclaro que con esto no estoy recomendando que se vote a nadie, sino que cuando se vote, sea a quien sea, no se haga por capricho. Si se vota de este modo, luego se consiente cualquier exceso o abuso al partido por el que se ha votado. Hay ex alcaldes que fueron condenados por su gestión y están en la cárcel, por los que en su día se convocaron manifestaciones de apoyo. Es el voto caprichoso el que juega a favor de los ricos y acaba perjudicando a los pobres.
La convocatoria no tuvo mucho éxito y acaso el demagógico lema tuvo mucho que ver en ello. Quienes más culpa tienen en la crisis deberían ser quienes más pagaran, pero hay muchos ricos a quienes no se puede culpar y, por otro lado, nadie cree que existan posibilidades de hacer pagar algo a quienes más han hecho en pro de la crisis. Los mayores responsables son los políticos, que son quienes dictan las normas y vigilan su cumplimiento. Los grandes financieros, por su parte, suelen tener unas cláusulas de rescisión elevadísimas, sin que la clase política haya hecho nada por impedirlo. Ninguno de los que han llevado sus empresas al borde del precipicio ha dimitido y ni siquiera reconocido su error.
La única defensa que queda a las clases trabajadoras es el voto responsable; pero el voto suele ser caprichoso. Aclaro que con esto no estoy recomendando que se vote a nadie, sino que cuando se vote, sea a quien sea, no se haga por capricho. Si se vota de este modo, luego se consiente cualquier exceso o abuso al partido por el que se ha votado. Hay ex alcaldes que fueron condenados por su gestión y están en la cárcel, por los que en su día se convocaron manifestaciones de apoyo. Es el voto caprichoso el que juega a favor de los ricos y acaba perjudicando a los pobres.
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