Publica hoy El Semanal una entrevista con la doctora Adelheid Kastner, psiquiatra criminal encargada de realizar el informe pericial del terrible Josef Fritzl. Explica que el monstruo llevaba dos vidas, perfectamente planificadas y separadas una de la otra. Sentía el tal Fritzl una gran necesidad de hacer daño y al mismo tiempo deseaba mantener su reputación social. Ése fue el motivo por el que se fijó en su familia, para volcar en ella su pulsión maligna.
En su vida social se comportaba de un modo intachable. Nadie fue capaz de sospechar nada. Cabe pensar, sin embargo, que a poco que alguien se hubiera fijado en él se hubiera dado cuenta de algo ocurría. Por muy buen actor que fuera en su vida ordinaria, cuando tras la fachada no hay nada más, o lo que hay es sumamente feo como era el caso, basta con rascar un poco la superficie para que aparezca la horrenda faz. En el caso del terrible criminal, su charla con la doctora ha desvelado que en su interior contiene “una enorme cantidad de lava altamente destructiva, que arrastra todo lo que encuentra en el camino.” El propio interesado reconoció ante la doctora que difícilmente lograba controlar sus impulsos. Esta realidad no debió pasar desapercibida a quienes le trataban. Muy poco debieron fijarse en él para que pudiera suceder.
Lo que ocurre es que vivimos en mundo en el que abunda la gente superficial, la cual, como es lógico, no desea saber que se esconde tras las apariencias de las personas que conoce, puesto que ello equivale a mirar en su propio interior. La escandalera que se ha armado al tener noticia del asunto esconde el complejo de culpa colectiva. ¿Cómo es posible que haya cometido tales maldades durante tanto tiempo, sin que nadie haya sospechado nada?
En su vida social se comportaba de un modo intachable. Nadie fue capaz de sospechar nada. Cabe pensar, sin embargo, que a poco que alguien se hubiera fijado en él se hubiera dado cuenta de algo ocurría. Por muy buen actor que fuera en su vida ordinaria, cuando tras la fachada no hay nada más, o lo que hay es sumamente feo como era el caso, basta con rascar un poco la superficie para que aparezca la horrenda faz. En el caso del terrible criminal, su charla con la doctora ha desvelado que en su interior contiene “una enorme cantidad de lava altamente destructiva, que arrastra todo lo que encuentra en el camino.” El propio interesado reconoció ante la doctora que difícilmente lograba controlar sus impulsos. Esta realidad no debió pasar desapercibida a quienes le trataban. Muy poco debieron fijarse en él para que pudiera suceder.
Lo que ocurre es que vivimos en mundo en el que abunda la gente superficial, la cual, como es lógico, no desea saber que se esconde tras las apariencias de las personas que conoce, puesto que ello equivale a mirar en su propio interior. La escandalera que se ha armado al tener noticia del asunto esconde el complejo de culpa colectiva. ¿Cómo es posible que haya cometido tales maldades durante tanto tiempo, sin que nadie haya sospechado nada?
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