La intervención de Serafín Castellano, conseller de Gobernación de la Generalidad Valenciana, fue motivada, según parece, por unas manifestaciones de Manuel Sanchis-Guarner, miembro del CVC. Sin embargo, Serafín Castellano respondió al CVC en pleno, instándole a buscar el equilibrio y no avivar el movimiento anti taurino.
Puesto que el presidente del citado CVC es Santiago Grisolía, hay que entender que es éste quien recibe toda la diatriba dirigida al organismo que preside, en la que se le recuerda que sus miembros forman parte de una institución de la Generalitat, por la responsabilidad que eso conlleva. Resulta difícil de digerir que alguien como el mentado conseller, que algo tendrá que tener para permanecer en el gobierno valenciano desde hace mucho, recuerde la responsabilidad que tienen personajes como Grisolía o el anteriormente citado Sanchis-Guarner.
No ha saltado al enterarse Francisco Camps, como sí que hizo y llamó a rebato a todos sus fieles, cuando se puso en duda que se pague su vestuario. Se conoce que estas cosas le importan menos. Tampoco le preocupa a Camps que se diga, y de modo tan descarado, que los miembros del CVC están al servicio de su gobierno y no de los ciudadanos, a cuyo cargo corre la factura. En realidad, las manifestaciones de Castellano constituyen un argumento inmejorable para pedir la supresión del citado CVC.
También ha dicho conseller de Gobernación que “es simplista pensar que quienes no participan en los festejos están en contra”. Después de este sesudo y sofisticado razonamiento del todavía conseller, cabe esperar la reacción de Elena Negueroles, que evidentemente no aceptará que le digan lo que ha de hacer como componente de la citada institución y mucho menos en relación con los toros. Creativos en cambio se mostraron, según la nota de prensa que difunde la noticia y en relación con el asunto taurino que la motiva, Rosa María Rodríguez y Manuel Ángel Conejero, aunque los argumentos se les atribuyen son estrambóticos.
Puesto que el presidente del citado CVC es Santiago Grisolía, hay que entender que es éste quien recibe toda la diatriba dirigida al organismo que preside, en la que se le recuerda que sus miembros forman parte de una institución de la Generalitat, por la responsabilidad que eso conlleva. Resulta difícil de digerir que alguien como el mentado conseller, que algo tendrá que tener para permanecer en el gobierno valenciano desde hace mucho, recuerde la responsabilidad que tienen personajes como Grisolía o el anteriormente citado Sanchis-Guarner.
No ha saltado al enterarse Francisco Camps, como sí que hizo y llamó a rebato a todos sus fieles, cuando se puso en duda que se pague su vestuario. Se conoce que estas cosas le importan menos. Tampoco le preocupa a Camps que se diga, y de modo tan descarado, que los miembros del CVC están al servicio de su gobierno y no de los ciudadanos, a cuyo cargo corre la factura. En realidad, las manifestaciones de Castellano constituyen un argumento inmejorable para pedir la supresión del citado CVC.
También ha dicho conseller de Gobernación que “es simplista pensar que quienes no participan en los festejos están en contra”. Después de este sesudo y sofisticado razonamiento del todavía conseller, cabe esperar la reacción de Elena Negueroles, que evidentemente no aceptará que le digan lo que ha de hacer como componente de la citada institución y mucho menos en relación con los toros. Creativos en cambio se mostraron, según la nota de prensa que difunde la noticia y en relación con el asunto taurino que la motiva, Rosa María Rodríguez y Manuel Ángel Conejero, aunque los argumentos se les atribuyen son estrambóticos.
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