Probablemente, la citada querella contra Aznar, promovida por una plataforma al PCE, tiene su origen en el resentimiento y el oportunismo facilón. No sería de extrañar que lo único que buscaran fuera la repercusión mediática. Aznar se ha convertido en una suerte de chivo expiatorio, más que nada por su antipatía natural. En estas condiciones, apuntarse a una sesión de tiro al blanco no parece muy meritorio.
No hay modo de probar que los atentados del 11-M se produjeran como consecuencia del apoyo de Aznar a Bush; más evidente es que el PP perdió las elecciones como consecuencia de esos atentados. Lo que deseaban los terroristas, presumiblemente, es demostrar su capacidad de hacer mal y de influir en la vida política de una nación. Aunque Aznar no hubiera hecho la barbaridad de apoyar a Bush en contra de la opinión general de los españoles, los atentados hubieran tenido lugar de todos modos. Lo que hubiera sido más difícil que hubieran influido en el resultado de las elecciones.
Tras esos atentados el PP reaccionó con maldad y con torpeza, puesto que trató de engañar a la opinión pública, para no perder las elecciones. Y el PSOE reaccionó con maldad y con inteligencia, porque trató de manipular a la opinión pública para ganar las elecciones. Los votantes castigaron a quienes les irritaban más.
Por otro lado, el apoyo de Aznar a Bush entra en las atribuciones del presidente. Electoralmente ya ha tenido su castigo. Pero si el poder estuviera en manos del pueblo, en lugar de tenerlo los partidos, hubiera sido más difícil que las cosas ocurrieran de este modo. El PSOE sabía lo que hacía cuando negociaba la Constitución. Tanto que en cuanto ganó las elecciones enterró inmediatamente a Montesquieu. La expropiación de Rumasa tuvo peores consecuencias para España que el apoyo de Aznar a Bush.
No hay modo de probar que los atentados del 11-M se produjeran como consecuencia del apoyo de Aznar a Bush; más evidente es que el PP perdió las elecciones como consecuencia de esos atentados. Lo que deseaban los terroristas, presumiblemente, es demostrar su capacidad de hacer mal y de influir en la vida política de una nación. Aunque Aznar no hubiera hecho la barbaridad de apoyar a Bush en contra de la opinión general de los españoles, los atentados hubieran tenido lugar de todos modos. Lo que hubiera sido más difícil que hubieran influido en el resultado de las elecciones.
Tras esos atentados el PP reaccionó con maldad y con torpeza, puesto que trató de engañar a la opinión pública, para no perder las elecciones. Y el PSOE reaccionó con maldad y con inteligencia, porque trató de manipular a la opinión pública para ganar las elecciones. Los votantes castigaron a quienes les irritaban más.
Por otro lado, el apoyo de Aznar a Bush entra en las atribuciones del presidente. Electoralmente ya ha tenido su castigo. Pero si el poder estuviera en manos del pueblo, en lugar de tenerlo los partidos, hubiera sido más difícil que las cosas ocurrieran de este modo. El PSOE sabía lo que hacía cuando negociaba la Constitución. Tanto que en cuanto ganó las elecciones enterró inmediatamente a Montesquieu. La expropiación de Rumasa tuvo peores consecuencias para España que el apoyo de Aznar a Bush.
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