Con fecha de ayer, Santiago González publicó en su blog lo que el 7 de junio de 2006 escribió en el suyo Eduardo Madina con respecto a Ángel Acebes y que, con su consentimiento, fue reproducido posteriormente en otros medios. En su escrito, Eduardo Madina vuelca contra Ángel Acebes todo el odio que es capaz de sentir. Si se hubiera tratado de otra persona, yo no hubiera leído más que las primeras líneas, pero por deferencia a una víctima de ETA lo he leído todo. Como es natural, su lectura su lectura ha provocado en mí algún tipo de reacción.
Me ha dado por pensar en la persona que más detesto y he optado por poner a Zaplana como ejemplo. No tengo ni he tenido jamás ningún tipo de relación con él. Hay otras personas a las que he tratado más de cerca y con las que he coincidido más a menudo. Las detesto exactamente igual que a Zaplana, porque este es el tope que me he fijado para este sentimiento. Hablo de este personaje por el hecho de no haberlo tratado. No me molestan ni su enriquecimiento ni sus éxitos. Sí que me irritaría enterarme de que había servido de la política única y exclusivamente para este fin. Tampoco me haría ninguna gracia que se le diera algún premio como el de Hijo Adoptivo de Valencia o similar, cosa que no va a ocurrir, cosa que no va ocurrir porque Rita Barberá no parece simpatizar mucho con él, pero que sí que ha ocurrido con otros, a los que detesto lo mismo. El daño causado por esas personas que detesto, una vez hecho ya no tiene remedio. Que carguen ellos con su culpa como Zaplana con la suya. Por otro lado, Zaplana ha necesitado cómplices para perpetrar sus maldades, y ahí están costándonos dinero a los valencianos. Me da lo mismo que lo reconozcan o que no. Creo que lo que he dado a conocer está lejos del odio, no deseo ningún mal a esas personas que detesto, ni haría nada para provocar su fracaso.
Me duele que una víctima del terrorismo haga gala de un sectarismo tan atroz, de un odio tan evidente. Comprendo que las víctimas del terrorismo tienen tanto derecho a equivocarse como los demás y a elegir sus propias opciones políticas. Lo que ocurre con el escrito de Eduardo Madina es que ha hecho nacer en mí una gran simpatía por Ángel Acebes. Y lo mismo hubiera ocurrido si se hubiera referido a Zaplana. Lo triste es que nadie haya advertido a Eduardo Madina de que ése no es el camino. Más bien, le refuerzan su actitud. Ellos sabrán hacia dónde lo quieren empujar.
Me ha dado por pensar en la persona que más detesto y he optado por poner a Zaplana como ejemplo. No tengo ni he tenido jamás ningún tipo de relación con él. Hay otras personas a las que he tratado más de cerca y con las que he coincidido más a menudo. Las detesto exactamente igual que a Zaplana, porque este es el tope que me he fijado para este sentimiento. Hablo de este personaje por el hecho de no haberlo tratado. No me molestan ni su enriquecimiento ni sus éxitos. Sí que me irritaría enterarme de que había servido de la política única y exclusivamente para este fin. Tampoco me haría ninguna gracia que se le diera algún premio como el de Hijo Adoptivo de Valencia o similar, cosa que no va a ocurrir, cosa que no va ocurrir porque Rita Barberá no parece simpatizar mucho con él, pero que sí que ha ocurrido con otros, a los que detesto lo mismo. El daño causado por esas personas que detesto, una vez hecho ya no tiene remedio. Que carguen ellos con su culpa como Zaplana con la suya. Por otro lado, Zaplana ha necesitado cómplices para perpetrar sus maldades, y ahí están costándonos dinero a los valencianos. Me da lo mismo que lo reconozcan o que no. Creo que lo que he dado a conocer está lejos del odio, no deseo ningún mal a esas personas que detesto, ni haría nada para provocar su fracaso.
Me duele que una víctima del terrorismo haga gala de un sectarismo tan atroz, de un odio tan evidente. Comprendo que las víctimas del terrorismo tienen tanto derecho a equivocarse como los demás y a elegir sus propias opciones políticas. Lo que ocurre con el escrito de Eduardo Madina es que ha hecho nacer en mí una gran simpatía por Ángel Acebes. Y lo mismo hubiera ocurrido si se hubiera referido a Zaplana. Lo triste es que nadie haya advertido a Eduardo Madina de que ése no es el camino. Más bien, le refuerzan su actitud. Ellos sabrán hacia dónde lo quieren empujar.
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