jueves, 9 de abril de 2009

Salgado, Sebastián, Solbes

Durante todo el tiempo en que Solbes ha sido vicepresidente del gobierno ha dado la impresión de que quien ponía las ideas en el área económica era Sebastián. No hay ningún dato que permita pensar que las iniciativas de Sebastián fueran del agrado de Solbes. Ni tampoco de nadie más, fuera del círculo de Zapatero, que es el que manda. En todo momento se ha mostrado Solbes incapaz de dar un puñetazo en la mesa y decir hasta aquí hemos llegado. Debe de haber deseado dimitir desde hace mucho, pero sólo se ha atrevido a decir que envidiaba a Bermejo.
Es un hombre obediente, que ha seguido el guión que le marcaban, aunque éste se desviara mucho de lo que él tenía por ortodoxo. Finalmente, lo han destituido o sustituido, como él quiera llamarlo. Sebastián, por su parte, comenzó su mandato alegando que estaba perdiendo la paciencia con los bancos, o algo así. Según él, la culpa de la crisis la tienen los bancos, la tiene el capitalismo, la tiene el PP . El gobierno no tiene la culpa. El gobierno es inocente y puro, como las amapolas.
Pero el gobierno es el encargado de vigilar el cumplimiento de las reglas de juego, con las que se desenvuelve el capitalismo, el que ha de verificar que los bancos se ajustan a las directrices marcadas, y que, en general, el país marche por derroteros aceptables. Alguna culpa tendrá, entonces, el gobierno. Mal camino, si no lo reconoce.
Salgado ha sido designada para relevar a Solbes. Posiblemente, Salgado podrá ser considerada como sabia en algunas cuestiones, pero en lo que se refiere a conocimientos sobre economía no parece que pueda compararse con Solbes. En el propio PSOE hay muchos mejor preparados que ella en este campo. La cuestión es que en cuanto ha ocupado el ministerio ha mandado recado a los bancos. ¿Sigue las consignas de Sebastián? ¿Da la cara por él? Sería surrealista que un ministro diera órdenes a una vicepresidenta.

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