En la novela Un lugar llamado Oreja de Perro aparece, en toda su crudeza, toda la crueldad que gira en torno a Sendero Luminoso. Los habitantes de las zonas afectadas, imposibilitados para eludir todo el terror al que se ven sometidos, lo dan por irremediable y se habitúan a vivir con él.
En el blog de Gonzalo Portocarrero está explicada la cuestión. Las Fuerzas Armadas de Perú crearon un terror más grande que el de Sendero Luminoso. Cogidos los campesinos entre dos fuegos, se aliaron con quienes podían amenazar más y también proteger más. Esta política fue seguida por todos los gobiernos peruanos, incluido el de García, con el beneplácito de los habitantes de las ciudades. La derrota de Sendero Luminoso en los Andes, hizo que se fuera acercando a las ciudades, lo que motivó la inquietud de sus habitantes.
Fue entonces cuando apareció Fujimori, que se hizo eco del reclamo de mano dura contra los terroristas. En la persecución de éstos prosiguió con los métodos dictatoriales, más sofisticados que los anteriores, más soterrados y discriminatorios, dado que la lucha se había trasladado de lugar.
Todo esto era admitido por la población, que con tal de ver desaparecer la amenaza terrorista cerraba los ojos a todo, cuando saltó el escándalo Montesinos. Fujimori comprendió que había perdido la partida y se fugó. Y es precisamente esta fuga lo que no le perdonan los peruanos.
Fujimori regresó, casi con toda seguridad en contra de los deseos de los gobernantes peruanos, a enfrentarse con la justicia y finalmente, como es sabido, ha sido condenado a 25 años de cárcel. Ahora bien, dado el carácter calculador del personaje, puede pensarse que su regreso no fue un error de cálculo, sino un riesgo asumido. Con su regreso, ha logrado volver al primer plano de la actualidad, lo que piensa que puede servir de propaganda para su hija, Keiko. Si ésta ganara las elecciones, el hecho podría interpretarse como que los peruanos lo habían indultado. En este supuesto, habría ganado dos cosas.
En el blog de Gonzalo Portocarrero está explicada la cuestión. Las Fuerzas Armadas de Perú crearon un terror más grande que el de Sendero Luminoso. Cogidos los campesinos entre dos fuegos, se aliaron con quienes podían amenazar más y también proteger más. Esta política fue seguida por todos los gobiernos peruanos, incluido el de García, con el beneplácito de los habitantes de las ciudades. La derrota de Sendero Luminoso en los Andes, hizo que se fuera acercando a las ciudades, lo que motivó la inquietud de sus habitantes.
Fue entonces cuando apareció Fujimori, que se hizo eco del reclamo de mano dura contra los terroristas. En la persecución de éstos prosiguió con los métodos dictatoriales, más sofisticados que los anteriores, más soterrados y discriminatorios, dado que la lucha se había trasladado de lugar.
Todo esto era admitido por la población, que con tal de ver desaparecer la amenaza terrorista cerraba los ojos a todo, cuando saltó el escándalo Montesinos. Fujimori comprendió que había perdido la partida y se fugó. Y es precisamente esta fuga lo que no le perdonan los peruanos.
Fujimori regresó, casi con toda seguridad en contra de los deseos de los gobernantes peruanos, a enfrentarse con la justicia y finalmente, como es sabido, ha sido condenado a 25 años de cárcel. Ahora bien, dado el carácter calculador del personaje, puede pensarse que su regreso no fue un error de cálculo, sino un riesgo asumido. Con su regreso, ha logrado volver al primer plano de la actualidad, lo que piensa que puede servir de propaganda para su hija, Keiko. Si ésta ganara las elecciones, el hecho podría interpretarse como que los peruanos lo habían indultado. En este supuesto, habría ganado dos cosas.
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