Eso
reza el titular de La Vanguardia. Por su parte, una amiga mía
escribió ¡Fuera!, en Facebook. La Vanguardia es un periódico
subvencionado y mi amiga escribió lo que pensaba en ese momento.
Siempre se ha tenido como más recomendable a la gente franca y
sincera que a la compuesta por aquellos a los que se conoce como
estómagos agradecidos.
Una
gran multitud de energúmenos se lanzó ayer a las calles de
Barcelona. Muchos de ellos llegaron en autobuses subvencionados. La
subvención es un asunto recurrente, a pesar de que no hay dinero.
Estos energúmenos insultaban y ofendían al resto de los españoles
y quemaban banderas, y quizá hacían también otras gamberradas.
Mi
amiga tiene publicados varios libros de poemas. Tiene la bella
costumbre de sublimar aquello que ronda por su cabeza, convirtiéndolo
en poesía. En lugar de gritar, insultar y quemar, escribe poemas. Y
como mucho se permite escribir ¡Fuera! He aquí la civilización.
Que
sean más o sean menos quienes los perpetran no cambia la naturaleza
de los hechos. Una gamberrada es una gamberrada. Y cien mil
gamberradas son cien mil gamberradas.
Otro
amigo mío escribió, también ayer, que la verdad se abre camino por
sí sola y, en cambio, la mentira necesita cómplices. Un poco
optimista me parece. Es posible que la verdad se abra camino por sí
sola, pero si esto ocurre así, en muchas ocasiones será a largo
plazo. Las medias verdades, con las que se alimentan los
nacionalistas, perviven a lo largo de los tiempos, porque no quieren
enterarse de la otra media verdad.
Para
que la verdad se abra camino de inmediato es necesario que todo el
mundo sea amante de la verdad y la justicia, y lo que abunda es la
gente que se acuerda de Santa Bárbara cuando truena.
La
que no abunda es la gente que hace poemas. Yo, por ejemplo, no los sé
hacer. Pero por lo menos los leo. Y con eso se me quitan las ganas de
insultar y quemar banderas que tampoco tenía antes.
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