Lo
que dice María Dolores de Cospedal es que aunque algunos estén
enfadados y los haya que ponen piedras en el camino, al final todos
van a agradecer la acción del gobierno de Mariano Rajoy.
Lo
que piensa un ciudadano corriente, y a lo mejor ni siquiera lo dice
por no gastar energías infructuosamente, es que cuando un político
no tiene nada que decir, que suele ser siempre, dice tonterías.
A
ver, Cospedal, ¿también agradeceremos que los miembros del equipo
gubernamental coloquen a sus familiares?
Aparte
de la chorrada esa de que lo hacen por nuestro bien y no nos
enteramos, hay que puntualizar que esas “benéficas” medidas del
gobierno de Rajoy no estaban en su programa. Tampoco puede alegar que
todo es culpa de Zapatero, puesto que éste no intervino en la
confección del programa del PP. Si hizo un programa que no estaba
dispuesto a cumplir, eso es responsabilidad exclusiva del PP.
Conviene recordar también que en algunas Comunidades Autónomas
gobernaba este partido y que Rajoy incluso puso como ejemplo a la
valenciana, a la que dijo que imitaría cuando gobernara, cosa que
también ha resultado ser incierta, porque de cumplir esa promesa
estaría derrochando a manos llenas. La deuda de la Comunidad
Valenciana es equivalente a dos presupuestos anuales. De modo que
cuando dijo eso o estaba mintiendo o no se enteraba de lo que
ocurría. En cualquiera de los dos supuestos, el asunto es grave.
Más
grave todavía es que ni Cospedal, ni Rajoy, ni Rubalcaba, entre
otros, se hayan dado cuenta aún de que en España no hay democracia
y que mientras no la haya la gente, que sí que se ha dado cuenta, va
a estar cada día más enfadada.
Es
de vital importancia y de suma urgencia que la clase política
española, a excepción hecha de los proetarras, se reúna para
complacer de verdad a los españoles dotando a nuestro país de una
democracia auténtica.
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