Dicho
tal y como está en el título, da la impresión de que el tal
Rubalcaba (te das la vuelta y te la clava, según Alfonso Guerra)
está dispuesto a favorecer a los ciudadanos.
Lógicamente,
no es así. Ningún oligarca está dispuesto a favorecer a los
ciudadanos. Los oligarcas sólo piensan en sus propios intereses.
Rubalcaba
piensa en su partido, en el que quien manda es él; por tanto, piensa
en él. Lo que pretende Rubalcaba es recuperar, en Cataluña, los
votos que las encuestas anuncian que ha perdido el partido que
dirige.
No
hay nada qué hacer mientras los oligarcas, financieros, políticos,
o lo que sea, tengan la sartén por el mango.
Los
nacionalistas, esa peste que nos asola (y eso que ya estamos en
otoño), viene aprovechando todas las ventajas que les ofrece la
Constitución, y alguna más, de modo que mientras quienes les siguen
y les votan están cada vez peor, ellos van mejorando sus situaciones
personales.
Los
oligarcas van a lo suyo. De modo que no les interesa enterarse de los
avances de los nacionalistas. Para parar a estos dementes sólo hace
falta una cosa: la democracia. En un sistema absolutamente
democrático los nacionalistas perderían su capacidad de presionar y
de imponer sus doctrinas a la ciudadanía. En lugar de imponer,
deberían ganarse a los ciudadanos.
Pero
a ningún oligarca le interesa la democracia, porque si la hubiera
perderían cuota de poder, de modo que prefieren disputar entre ellos
el que disponen, que es mucho más del que tendrían si hubiera
democracia. Y así, mientras ellos miran por sí mismos, los demás
nos dirigimos a la catástrofe, porque como todo el mundo, incluidos
los oligarcas, sabe, el resultado final de cualquier oligarquía es
la catástrofe. Ya estamos en ella, pero todavía puede ser peor.
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