lunes, 3 de septiembre de 2012

Cuando un monte se quema, algo suyo se quema

Este eslogan fue ideado durante el franquismo y Perich, muy listo, le añadió la coletilla 'señor conde'.
En aquella época, cuando se declaraba un incendio en el monte salían los guardias civiles a la calle y mandaban a apagar el fuego a todos los que veían. Me tocó ir alguna vez.
Hoy, Perich no hubiera podido añadir esa coletilla, porque no tendría sentido. No cabe duda de que cuando un monte se quema, algo nuestro se quema. Y este verano ha ardido una buena porción de España, lo que, aparte del daño ambiental causado, nos cuesta mucho dinero a los contribuyentes.
Lo que distingue a los oligarcas es su egoísmo. Lo tienen en abundancia y en este menester resultan hasta brillantes. Por ejemplo, la preocupación de los socialistas valencianos es conseguir que los diputados afectados por la supresión de las comisiones a las que pertenecen sigan cobrando el plus de casi 600 euros. Hay cosas que son evidentes. Ningún ciudadano notará la falta de esas comisiones, ni de muchos otros organismos, si se suprimieran, que es lo que se debería hacer, y los partidos y los políticos españoles piensan en sí mismos en primer lugar.
Algunos se empeñan en decir que es inevitable que un monte se queme. Callan, sin embargo, que es fundamental que haya un servicio de vigilancia que avise cuando se inicie un incendio. El fuego es muy fácil de apagar al principio.
Los oligarcas se habían gastado todo el dinero entre unos y otros y ya no quedaba nada para ejercer la vigilancia, motivo por el que se ha llegado tarde y mal a todos los incendios. En esta situación no queda más remedio que sacar dinero de donde no hay, para luchar contra el fuego. Y luego sacar más para paliar en lo posible el daño causado.
Los contribuyentes, a pagar; los políticos, a la suya.

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