lunes, 28 de enero de 2013

Columnistas con pseudónimo

Por supuesto que estoy de acuerdo de que haya columnistas que firmen con pseudónimo. Recuerdo con mucho cariño a uno que escribía en El Confidencial, cuando estaba dirigido por su fundador, y que eligió como pseudónimo el nombre de un caballo famoso: Incitatus.
Alguna vez estuvo trotando por Valencia. Creo que fueron seis años los que tardó la gente en descubrir su identidad, o quizá fueron siete, no lo recuerdo con exactitud. Es posible que hubiera otro columnista con pseudónimo en El Confidencial que usase el copy/paste, cosa que nunca se le hubiera ocurrido a Incitatus. Es, porque sigue trotando, ahora en Tiempo, un prodigio de imaginación y conocimientos. Puede decirse que, más que lectores, tiene devotos.
Algunas de sus memorables columnas en El Confidencial, rescatadas por otros medios, siguen siendo leídas y aplaudidas.
Los motivos por los que Luis Algorri firmaba como Incitatus sus artículos en El Confidencial son lógicos y cualquiera los puede comprender. Supongo que sigue manteniendo con vida al caballo porque se ha ganado su derecho a vivir. Creo, además, que se lo pidieron.
La cuestión es que los directores de los medios se han responsabilizado, tácitamente, ante los lectores de las correrías del caballo. Nunca ha sido una tomadura de pelo. Ignoro cual es la tarifa de Incitatus por sus artículos, ¿por qué lo tenía que saber? Pero no creo que llegue a los tres mil euros que, por lo visto, cobraba alguien que también escribía con pseudónimo, pero en este caso sí que es una broma de mal gusto, de la que nadie se hace responsable.
En resumidas cuentas, estoy de acuerdo con los pseudónimos, pero con ciertas condiciones. El responsable de un medio es el director y su presencia garantiza a los lectores que todo es correcto. Si se descubre que un medio ha hecho un fraude, el director debe explicar de modo convincente cómo ha podido ocurrir eso. Lo más correcto es que presente la dimisión.

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