sábado, 5 de enero de 2013

Telefónica y Rato

A veces ocurre que alguien, al calor de las circunstancias, adquiere un gran cartel. El mayor peligro que tiene esto es que el interesado crea que lo merece. El peligro es para él, claro. Hay que esperar a que cambien las circunstancias para ver si el cartel cae o se mantiene.
En el caso de Rato, cayó; no cuando dio la espantada en el FMI, cuyo motivo quizá fue el miedo a DSK, cosa que se comprendería, sino por su actuación en Bankia.
El modo en que se indujo a comprar acciones de este banco cuando se disponía a salir a bolsa, debería ser suficiente para que el responsable se sintiera avergonzado durante el resto de sus días, pero no a todos les pasa eso. Algunos están hechos de una pasta especial y saben aprovechar la confianza que la gente tiene en ellos. Cuando esa gente pierda esa confianza, porque antes ha perdido su dinero, queda la confianza de la casta, que esa sí conviene cuidarla.
Rodrigo Rato tiene pendiente algún juicio, precisamente por el caso de Bankia, que tantos millones nos está costando a los españoles, pero ese detalle no parece que le preocupe a César Alierta, que lo ha contratado para Telefónica, acaso porque piensa que los oligarcas suelen sortear bien estos problemillas.
Sin un pobre comete un error, sabe que hay bastantes posibilidades de que tenga que pagar por ello. Ese no es el caso de los oligarcas, que ven como España se hunde y sufre, mientras ellos observan los acontecimientos a prudente distancia.
Telefónica ya fichó a Zaplana en tiempos pasados y no sé si el desplome bursátil de la acción habrá tenido que ver con eso. El fichaje de Rato puede llenar de zozobra y de malestar a los accionistas de Telefónica, a los trabajadores de Telefónica y a los usuarios de Telefónica.
Cuando Aznar tenía que elegir sucesor, Rato dijo que tenía todos los “ingredientes” para ser presidente. Pues menos mal que el elegido fue otro, pues si llega a ser este la sopa hubiera tenido peor sabor.

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