Lo
que se avecina para el Banco de Valencia no es nada halagüeño. Y
como es habitual en España, se lleva todo en secreto. En un país
democrático se conocerían todos los términos del contrato entre el
Frob y CaixaBank sobre lo que se ha dado en llamar venta del Banco de
Valencia. En España se sospecha que puede haber algo más de lo que
se ha dicho.
Lo
que puede ocurrir es que el Banco de Valencia, además de tener más
de cien años, tenga también los días contados. Una posibilidad es
que nada más hacerse cargo CaixaBank del Banco de Valencia cierre
casi todas las oficinas de este y se quede con sus clientes. Luego
dejaría morir al Banco de Valencia y cuando la gente ya se hubiera
conformado, lo haría desaparecer del todo. Este es un peligro nada
remoto.
La
cuestión es que si el Banco de Valencia está en esa situación es
por algo. La sociedad valenciana merece algo más que lo que se está
haciendo que es dejar correr el asunto.
La
reducción del valor nominal de las acciones es una puñalada a la
espalda de los accionistas, que puede ser el preludio de otra mayor.
Los accionistas del Banco de Valencia han estado indefensos durante
todo el tiempo. Deben de haber muchas leyes que protejan a los
inversores, pero es como si no hubiera ninguna.
La
clase política valenciana tendría algo que decir, claro. Pero no se
la ve por la labor. De Fabra no cabe esperar nada. Rita Barberá, que
parece un ídolo de masas, tampoco. Lo más que ha dicho es que “los
empresarios estén al lado del Banco de Valencia”, o que “CaixaBank
respete la sensibilidad valenciana”. Rita Barberá era amiga del
presidente del Banco de Valencia y quizá lo siga siendo. Las clases
política y financiera españolas no generan ninguna seguridad a
nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario