domingo, 27 de enero de 2013

La actitud de Carlos Floriano

Vivimos una grave crisis y en tal circunstancia resulta fundamental la confianza en quienes dirigen el país. Por tanto, la actitud ante los casos de corrupción, supuestos o reales, debería ser contundente. No debería caber ninguna duda al respecto. Por otro lado, no hay nadie imprescindible y cuando la permanencia de una persona en un partido resulta perjudicial para éste debería irse de inmediato. En la política no debería haber lugar para los egoístas.
No debería. Teóricamente, los políticos son personas que quieren servir a la sociedad. Por tanto, desde el momento en que se dan cuenta de que son una carga para el partido y no dimiten surge la evidencia de que en su caso no es así. Ya se puede pensar de ellos que no están en el partido para servir a la sociedad a través de él, sino para aprovecharse de la sociedad por medio del partido. No debería haber lugar para los egoístas, pero la experiencia va demostrando que ese modo de pensar en la España de nuestros desvelos es utópico.
Por de pronto, ante la escandalera que se está produciendo, y llueve sobre mojado, Carlos Floriano echa balones fuera. Se le nota que la intención del PP es echar tierra sobre el asunto e inducirnos a los españoles a que nos olvidemos del caso, puesto que no disponemos de cauces para cambiar el estado de las cosas.
Lo que dice Floriano es una tomadura de pelo. Lo serio, lo que realmente haría aumentar la confianza de los españoles en las instituciones sería que concedieran de una vez por todas la independencia a los jueces y que les asignasen por ley el presupuesto que necesitan. Y cuando los jueces sean totalmente independientes podrá presumir, si se da el caso, de que su partido no ha sido condenado por financiación ilegal.
Si es cierto que, como dice, quiere acabar con la corrupción, ya sabe el camino. ¿Por qué tienen tanto miedo los partidos políticos a que los jueces sean libres?

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