Vivimos
una grave crisis y en tal circunstancia resulta fundamental la
confianza en quienes dirigen el país. Por tanto, la actitud ante los
casos de corrupción, supuestos o reales, debería ser contundente.
No debería caber ninguna duda al respecto. Por otro lado, no hay
nadie imprescindible y cuando la permanencia de una persona en un
partido resulta perjudicial para éste debería irse de inmediato. En
la política no debería haber lugar para los egoístas.
No
debería. Teóricamente, los políticos son personas que quieren
servir a la sociedad. Por tanto, desde el momento en que se dan
cuenta de que son una carga para el partido y no dimiten surge la
evidencia de que en su caso no es así. Ya se puede pensar de ellos
que no están en el partido para servir a la sociedad a través de
él, sino para aprovecharse de la sociedad por medio del partido. No
debería haber lugar para los egoístas, pero la experiencia va
demostrando que ese modo de pensar en la España de nuestros desvelos
es utópico.
Por
de pronto, ante la escandalera que se está produciendo, y llueve
sobre mojado, Carlos Floriano echa balones fuera. Se le nota que la
intención del PP es echar tierra sobre el asunto e inducirnos a los
españoles a que nos olvidemos del caso, puesto que no disponemos de
cauces para cambiar el estado de las cosas.
Lo
que dice Floriano es una tomadura de pelo. Lo serio, lo que realmente
haría aumentar la confianza de los españoles en las instituciones
sería que concedieran de una vez por todas la independencia a los
jueces y que les asignasen por ley el presupuesto que necesitan. Y
cuando los jueces sean totalmente independientes podrá presumir, si
se da el caso, de que su partido no ha sido condenado por
financiación ilegal.
Si
es cierto que, como dice, quiere acabar con la corrupción, ya sabe
el camino. ¿Por qué tienen tanto miedo los partidos políticos a
que los jueces sean libres?
No hay comentarios:
Publicar un comentario