domingo, 20 de enero de 2013

Jordi Pujol nos recetó la AVL

Lo pudo hacer porque José María Aznar necesitaba sus votos. El desaguisado lo perpetró, siguiendo sus órdenes, Eduardo Zaplana.
Es curioso lo que ocurre en la política española. Zapatero llevó hasta el final la política económica de Aznar, al que no traga, con los resultados conocidos. Camps llevó hasta el final la política de Zaplana, al que no traga. Y ahora hemos de pagar entre todos el desaguisado.
Fueron muchas las bombas que nos dejó Zaplana. A él, personalmente, no le ha ido tan mal. De tener un despachito de abogados en Calpe a vivir en un piso enorme en Madrid, financiado con un préstamo muy ventajoso para él de la CAM, va un buen trecho. Ha progresado.
Y la CAM ya no existe; tampoco Bancaja; y al Banco de Valencia, presumiblemente, le queda poco. Terra Mítica es otro de los regalitos que dejó el listillo de Zaplana.
Y ahora que han pillado a Jordi Pujol con el carrito del helado, y que Duran Lleida se lamenta de que los niños hablan en castellano en el recreo, sería hora de liquidar de una vez por todas esa AVL que tan innecesaria resulta.
Si Jordi Pujol no está, Francisco Camps no está, José María Aznar no está y Eduardo Zaplana tampoco está, ¿por qué se mantiene a la AVL? ¿Por qué los impuestos de los valencianos han de malgastarse con una cosa como esa?
De Jordi Pujol ya se sabe hace tiempo lo que hay. No le importó arruinar a la gente con la Banca Catalana. Incluso fue capaz de convencer a los accionistas arruinados de que no le denunciaran y además le votaran. Y luego trató de comprar a Xavier Casp con dinero de los catalanes.
El valenciano ya está muerto. Puede estar contento Zaplana. Ahora falta averiguar cuanto tiempo logra sobrevivir el catalán entre los valencianos. Pero emplear dinero de los impuestos con esta finalidad es indecente.

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