martes, 22 de enero de 2013

Nueva utilidad de la lengua castellana

“¡Que inventen ellos!”, dijo Unamuno, y la frase pasó a la posteridad. Sin embargo, hay españoles que sí que inventan.
La clase política española no para de inventar cosas y, como consecuencia, los españoles somos cada vez más pobres. Lo que inventan, claro, no es beneficioso para los ciudadanos, sino todo lo contrario, pero ellos no paran. Ahora se ha inventado Mariano una auditoría externa, o algo así. Probablemente, lo que quiere es ganar tiempo, para ver si mientras tanto la gente de la calle asume su impotencia y se conforma con lo que hay. Podría ocurrir así. Mediante una Carta al director, una lectora de El Periódico dice que quiere pagar el euro por receta.
Se rumorea, por otra parte, que la necesidad que tienen los partidos políticos de esas grandes sumas de dinero está ligada a algo de lo que no se habla. Necesitan cantidades industriales de piel de vaqueta, porque aunque la compran de la mejor calidad, el uso constante que le dan acaba desgastándola y han de reponerla muy a menudo.
Otra de las consecuencias de la inventiva de nuestros próceres ha venido a ser que algunos catalanes han dicho que, en señal de protesta contra su patronal, usarán la lengua castellana. Este invento, el del uso de la lengua castellana para este fin, no es de la clase política, pero sí consecuencia de otro invento similar, el de obligar a usar una lengua u otra.
Los políticos españoles, además de su afición a inventar cosas inútiles para los ciudadanos, quizá no para ellos, tienen otra afición: la de mandar e imponer. Piensan, y acaso estén en lo cierto, que la afición de los ciudadanos es pasar por el aro.
Resulta curioso que las lenguas, cuya función es que la gente se entienda, se utilizan para todo lo contrario. No cabe duda que la creatividad de los políticos españoles es muy grande.

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