Dice
el presidente de la Comunidad de Madrid que el truco por el que las
empresas privadas podrán ganar dinero consistirá en una mejor
gestión.
Uno
piensa a leer cosas como esta que tenemos una clase política
compuesta por tontos, pero luego se da cuenta de cómo han
conseguido medrar y de que los hay que han colocado, y muy bien por
cierto, a doce, catorce o veinte familiares, y comprende que sin
tontos no será todo el tiempo.
Si
se hablara de un sistema de Sanidad como el holandés, no habría
mucho que objetar. Pero lo que nos imponen no tiene nada que ver con
eso. Aquí se trata de un bien público, como es la Sanidad, que se
lo entregan a una empresa privada, y en esto sí que hay truco.
En
España han ido mal una gran cantidad de empresas privadas, algunas
de gran tamaño: Rumasa, Banesto, Banco Central, Banco Hispano
Americano, Banca Catalana y Banco de Valencia, por poner unos pocos
ejemplos. Hay más. Por cierto, los dos últimos bancos estaban muy
influidos por la política. Como esas empresas a las que se quiere
dar, o se les ha dado, la gestión de la Sanidad.
En
España, los cargos, tanto en las empresas públicas como en las
privadas, se dan a los enchufados y a los pelotas. Incluso los
componentes de los Consejos de Administración, cuando se les piden
cuentas, porque su empresa ha ido mal, alegan que se limitaban a
obedecer al presidente. Y a cobrar, pero eso se lo callan.
La
función pública funciona mejor en otros países que en el nuestro y
la culpa precisamente la tiene la clase política, por su tendencia
imparable a inmiscuirse en sectores de los que debería estar muy
alejada. Por ejemplo, de la Función Pública.
Lo
que tiene que hacer un político responsable es conseguir que la
Sanidad Pública funcione, mejorando los sistemas y motivando al
personal.
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