domingo, 6 de enero de 2013

Solo ante el peligro

Como advirtió Julián Marías en la revista Blanco y Negro, los espectadores aplauden la actitud del protagonista de la película en pro de la justicia y desean, e incluso le exigen en su fuero interno, que haga todos los sacrificios que sean necesarios.
Pero cuando estos espectadores salen del cine y se convierten en protagonistas de sus propias vidas, muy a menudo, se comportan como los villanos de las películas.
En Solo ante el peligro, Gary Cooper gana, y es lógico que sea así, porque de otro modo la taquilla hubiera sido muy inferior, pero sobre todo porque no conviene reforzar la actitud de los malos. No obstante, conviene fijarse en que en la película todos los que dejan solo al protagonista saben encontrar sus razones. Al final, les toca agacharse a recoger del suelo la estrella de sheriff.
No es cierto que Baltasar Garzón, como aducen algunos, estuvo solo ante el peligro. Ni estuvo solo, ni peligraron sus finanzas particulares. Quienes lo defienden olvidan a Marino Barbero, que sí que estuvo solo cuando fue objeto de una canallada, que le sumió en la tristeza y ante la que estuvo totalmente indefenso. No se investigó la canallada, ni se persiguió a los culpables.
Al contrario que en la película, en donde hay alguien que defiende la ley, en España existe la impunidad según para quién.
Es urgente que la Justicia sea totalmente independiente en España. Si no hay Justicia, tampoco se puede hablar de democracia, y si la Justicia no es independiente más vale que se le cambie el nombre por otro que podría ser Departamento del Orden.
Pero no es probable que los políticos accedan a independizar a la Justicia, dándole por ley los medios y el presupuesto que necesita, porque esto podría significar el fin de la impunidad para muchos de ellos.
Pero con una Justicia digna de ese nombre Marino Barbero no hubiera estado solo y tampoco nadie se hubiera atrevido a hacerle lo que le hicieron.


 

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