Hay violencia soterrada en nuestra sociedad. Si se habla de violencia hay que entender que también hay crueldad. Esa violencia tiene su origen en la insatisfacción íntima, por las frustraciones de todo orden que produce el diario vivir. Es canalizada por distintas vías y siempre dirigida hacia otros. De ahí surgen la intolerancia, el dogmatismo, la persecución al disidente y el fanatismo. La gente que ha logrado la plenitud, que está satisfecha de su esfuerzo y que se sabe útil, no necesita incordiar a nadie, no precisa de la violencia. La violencia es propia de la gente incapaz de forjar su propia personalidad y que como mucho aspira a ser aceptada por un grupo. Interiormente, siente su fracaso por esta incapacidad suya para seguir el propio camino. Los conductores de masas aprovechan ese estado de cosas utilizándolas en su propio beneficio. Aquí los ayatolás, por ejemplo. Es decir, que no es desconocido para nadie. En situaciones extremas, como las guerras, la crueldad y la vileza se materializan de forma incontenible. Pero no es necesario que se produzca una guerra para que surja, cualquier situación descontrolada basta para que los más bajos instintos aparezcan. Entonces, el gobierno, ante la huelga, debería haber extremado las precauciones y tomado medidas para que los “piquetes informativos” pudieran “informar” en las debidas condiciones.
¡Ah!, pero nuestro presidente está entretenido sonriéndoles a la luna y al sol y simulando su peculiar ceja con los dedos, mientras se burla de las luchas internas del PP. Hablar de crisis es antipatriótico y el pesimismo no crea puestos de trabajo, explica. La gente, ante tal inoperancia, se impacienta y sale a la calle a gritar su descontento. Como resultado, al menos un muerto y un quemado. Si el gobierno se hubiera reunido con la oposición, para tratar de hacer un plan conjunto contra la crisis, la gente hubiera visto interés y preocupación y quizá no se hubiera producido la huelga. Comenzada ésta, el gobierno también ha tardado mucho en reaccionar. No se ha producido ninguna dimisión todavía.
¡Ah!, pero nuestro presidente está entretenido sonriéndoles a la luna y al sol y simulando su peculiar ceja con los dedos, mientras se burla de las luchas internas del PP. Hablar de crisis es antipatriótico y el pesimismo no crea puestos de trabajo, explica. La gente, ante tal inoperancia, se impacienta y sale a la calle a gritar su descontento. Como resultado, al menos un muerto y un quemado. Si el gobierno se hubiera reunido con la oposición, para tratar de hacer un plan conjunto contra la crisis, la gente hubiera visto interés y preocupación y quizá no se hubiera producido la huelga. Comenzada ésta, el gobierno también ha tardado mucho en reaccionar. No se ha producido ninguna dimisión todavía.
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