El corcel no tiene por misión ayudarme a huir de los forofos, que ya dijo Fatima Mernissi en “Sueños en el umbral” que hay que mirar a los ojos a quien amenaza. La misión del corcel, aunque luego le daré nombre, es la de introducir la elegancia necesaria para comprender que decir que a Gallardón "le da igual que haya 200 muertos y 1.500 heridos con tal de llegar al poder" es un exceso verbal inadmisible. Cabe señalar que entre mis interpelantes, en distintos medios, ha habido alguno bastante comedido, y también ha habido algún otro cuyos modos son los propios de un matón de barrio, ante el que, en este caso sí, el caballo el caballo le vuelve la espalda y con paso majestuoso se va sin preocuparse más por él.
Cuando algo no me parece correcto y decido criticarlo, no miro de donde procede, así que aquí he criticado a personajes de todos los partidos, e incluso al Papa, y nunca me había ocurrido que apareciera tanta gente dispuesta a defender lo indefendible. De modo que si Losantos dice que a Gallardón no le importa tal, sus seguidores le creen a pies juntillas y la emprenden contra quien ose decir lo contrario. Pero si a estos forofos les interesara la Justicia, y no sólo lo que se ventilaba en el juicio del 11 – M, se hubieran solidarizado con María José Carrascosa, injustamente presa en EE.UU. Escribí, no hace mucho, un artículo sobre ella y dos sobre Peter Innes, su ex marido, al que no le importa verla sufrir en la cárcel. ¡Ah!, pero esas cosas no interesan.
Ken Kalfus, en un “Trastorno propio de este país”, demuestra que la crueldad de la vida cotidiana tiene poco que envidiar a la de los terroristas. En la vida de las personas inciden muchas circunstancias y condicionantes. También hay que tener en cuenta las opciones que ha elegido cada uno y las metas que se ha marcado. La mayor parte de las cosas que conciernen a alguien son desconocidas para los demás. ¿Cómo se me puede decir que Losantos en el futuro será reconocido como un gran periodista y a mí no me conocerá nadie? Sócrates no hizo nada para pasar a la historia. Si no lo hubieran condenado a muerte ahora no lo conocería nadie. Hay mucha gente que ha sido muy valiosa para los demás y no ha pasado a la historia y viceversa. Quien se aventura, entonces, a emitir juicios de valor sin necesidad viene a ser como ese al que Goethe definió como “tonto en la oscuridad que sólo vive al día”.
Hubo un corcel que recorrió Valencia conmigo en el verano de 2005. Ese caballo no tiene nada que ver con lo que antecede pero su recuerdo me ha ayudado a escribirlo.
Cuando algo no me parece correcto y decido criticarlo, no miro de donde procede, así que aquí he criticado a personajes de todos los partidos, e incluso al Papa, y nunca me había ocurrido que apareciera tanta gente dispuesta a defender lo indefendible. De modo que si Losantos dice que a Gallardón no le importa tal, sus seguidores le creen a pies juntillas y la emprenden contra quien ose decir lo contrario. Pero si a estos forofos les interesara la Justicia, y no sólo lo que se ventilaba en el juicio del 11 – M, se hubieran solidarizado con María José Carrascosa, injustamente presa en EE.UU. Escribí, no hace mucho, un artículo sobre ella y dos sobre Peter Innes, su ex marido, al que no le importa verla sufrir en la cárcel. ¡Ah!, pero esas cosas no interesan.
Ken Kalfus, en un “Trastorno propio de este país”, demuestra que la crueldad de la vida cotidiana tiene poco que envidiar a la de los terroristas. En la vida de las personas inciden muchas circunstancias y condicionantes. También hay que tener en cuenta las opciones que ha elegido cada uno y las metas que se ha marcado. La mayor parte de las cosas que conciernen a alguien son desconocidas para los demás. ¿Cómo se me puede decir que Losantos en el futuro será reconocido como un gran periodista y a mí no me conocerá nadie? Sócrates no hizo nada para pasar a la historia. Si no lo hubieran condenado a muerte ahora no lo conocería nadie. Hay mucha gente que ha sido muy valiosa para los demás y no ha pasado a la historia y viceversa. Quien se aventura, entonces, a emitir juicios de valor sin necesidad viene a ser como ese al que Goethe definió como “tonto en la oscuridad que sólo vive al día”.
Hubo un corcel que recorrió Valencia conmigo en el verano de 2005. Ese caballo no tiene nada que ver con lo que antecede pero su recuerdo me ha ayudado a escribirlo.
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