martes, 24 de junio de 2008

Acerca del gesto de El Pocero

No tengo más pretensión que la de decir lo que opino de cada uno de los asuntos que trato. Creo que eso no es malo. Da pistas a los demás. Si no supiéramos lo que piensan otros, andaríamos a ciegas por el mundo. No pone en mi perfil que me tenga por infalible, aunque procuro por todos los medios no equivocarme y, sobre todo, no decir nada diferente de lo que pienso. Sin embargo, cuando mis opiniones no concuerdan exactamente con el pensamiento de algunos que, acaso accidentalmente, las leen, ocurre que éstos se ponen furiosos.
El Pocero ha llevado a cabo un acto admirable. Puede decirse que ha salvado una vida. El sistema de salud español se veía impotente para conseguirlo, se desentendía del asunto y los plazos se terminaban. Francisco Hernando salvó la situación, salvó la vida a Elvira Roda y, atento a todos los detalles, ha quitado a ella y a su familia cualquier preocupación que tenga que ver con el dinero. Se ha hecho cargo, de forma vitalicia, de todos los gastos que conlleve su enfermedad y no contento con ello le ha asignado un sueldo hasta el fin de sus días.
Me hice eco de esto y únicamente de esto. No se puede negar que el gesto es admirable y digno de ser imitado. ¿Por qué no se pusieron de acuerdo Felipe González y José María Aznar, aunque sólo fuera por una vez en la vida, para hacerlo ellos? ¿Por qué no lo hizo uno de esos magnates que gastan su dinero en club de fútbol o baloncesto? ¿Es que Francisco Hernando es el único potentado de España? Desconozco la vida y milagros del benefactor de Elvira Roda, aunque algunas veces he visto su nombre en los medios.
Ignoro con qué finalidad ha llevado a cabo El Pocero su gesto. Sería una mezquindad atribuirle intenciones rastreras. Quién debe averiguar el fin último de sus actos es el propio actor. Quienes le critican las cosas que creen que están mal (y que yo desconozco, puesto que no he entrado a averiguar nada, ya lo hará la justicia en todo caso) también deberían aplaudirle las cosas que hace bien. Por mi parte, seguiré aplaudiendo las buenas acciones, aunque eso me cueste que me llamen cateto e ignorante, entre otras lindezas.

No hay comentarios: