jueves, 26 de junio de 2008

El papel de Solbes

Ya estaba un buen número de personas aplastado por la crisis y el gobierno se empeñaba en negarla. Y no sólo negaba la crisis, sino que tildaba de catastrofista o antipatriota a quien usase esa palabra. La apacible y nada temerosa por lo que pueda venir imagen de Solbes servía para dar soporte a la postura gubernamental. Sin embargo, eran muchos los economistas de prestigio los que alertaban de la gravedad de la situación. Más adelante, el propio Zapatero aclaró la cuestión: “el pesimismo no crea puestos de trabajo”. Probablemente quería decir que el pesimismo no da votos. Ahora ya, con las elecciones ganadas y los problemas sobre la mesa y sin admitir más demoras, no hay más remedio que hablar de crisis.
Desde el mismo momento en que se dio a conocer la medida de los 400 euros encontró encendidas críticas por parte de todos los sectores entendidos en la materia. Pero la idea provenía de Miguel Sebastián, por lo que se mantuvo. Por cierto que cuando Miguel Sebastián fue nombrado ministro, Solbes se apresuró a puntualizar que el responsable del área económica es él, cosa que Sebastián admitió de inmediato. Acaba de reconocer ahora Solbes que la idea de los 400 euros no fue buena.
No hace demasiado tiempo, Manuel Pimentel, en su columna de Cinco Días, vaticinó que la economía llevará a Rajoy a la presidencia del gobierno. No esperaba, según su artículo, que el gobierno actual logre enfrentar con éxito la crisis. En su artículo de ayer, en el mismo medio, dice que el gobierno está improvisando, puesto que no esperaba la crisis. Otras voces autorizadas critican las medidas gubernamentales por insuficientes. Pero no son sólo insuficientes sino que, además, están tomadas a destiempo. Esta crisis debió haberse abordado como mínimo hacia la mitad de la anterior legislatura. El gobierno debió anticiparse a lo que se nos venía encima. Pero quizá lo que pretendía en aquel momento era exprimir el limón.
Puede decirse que Solbes está en el gobierno porque con su prestigio personal le otorga crédito ante los ciudadanos en las cuestiones económicas. Pero a la vista de lo que viene sucediendo y de que probablemente nunca le dejan hacer lo que desea, debería dimitir. Si no lo hace es porque le interesa más ser ministro que su prestigio, aunque extrañamente éste no mengua. Será porque en España se sabe que es lo que ocurre en la política.

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